CONSTRUIR LA CONFIANZA DE LAS FANB.
(ESPECIAL)
Cesar Guillen
Citterio.
Los reiterados
y permanentes ataques de desprestigio que de algunos sectores de la sociedad
civil y de los partidos políticos tradicionales recibe la institución armada,
señalándola como la responsable de todo cuanto ocurre, son producto de una
visión errada y no tan justa del estamento militar.
La
desinformación que produce el mismo régimen y la infiltración de elementos
ideologizados no institucionales, producen un efecto negativo que es
aprovechado para desviar algunas actuaciones
indecorosas tanto mayores como
las que se le endilgan al componente armado.
Es cierto que
hasta la fecha, se han incrementado los miembros de las FANB, en toda la
estructura del gobierno, lo que los hace ver como los responsables de la actual
crisis. Esto es el producto de la estrategia Castro-PSUV, para su
debilitamiento y progresiva sustitución por milicianos partidistas.
El militarismo político,
es quien hasta ahora ha regentado a las fuerzas armadas. Las paradas y desfiles
son preparados con claros fines de propaganda ideológica. Un grupo de radicales
uniformados que emiten alaridos, adorando a quienes jamás obtuvieron honores en
el campo de batalla, no son más que una milicia
cooperante al estilo cubano, cuyos únicos méritos son la sumisión, la represión
y la delación. En absoluto comparable a las voces de mando castrense que solo
la moral y el honor pueden inspirar ante
la presencia de un verdadero ejército nacional.
Contrasta esta
comparsa, con la noble e inigualable tradición del ejército libertador en los
grandes hechos bélicos de la independencia, en la derrota a la invasión cubana
de los 60, la respuesta soberana durante la crisis del “Caldas” y en el coraje
demostrado en la lucha contra la narco-guerrilla criminal.
La clase política
venezolana que siempre despreció a los militares, también está en deuda con el
país. Son 15 años de componendas y traiciones que no cesan. Basta ver la actual
actitud de imponer sin ningún respeto a unos parlamentarios cuyos méritos son únicamente
la inasistencia y el silencio.
El nuevo
liderazgo empresarial, comenzó igual que el anterior, con un triste llamado a
la calma y a la cordura ante el gobierno. Síntoma de que de allí nada puede
esperarse. El resto de la sociedad civil en general está apresurada por
entregarle la responsabilidad a la MUD y exigirle a los militares que actúen,
eso sí esperando el desenlace desde la comodidad del hogar, la tasca o la
playa.
Solo el
dignificante coraje de la mujer venezolana tras las rejas y de la juventud
mártir que rego el suelo patrio con su sangre, lava con decoro, tan censurable
conducta de estos sectores de la vida nacional.
La institución
armada originaria y de valores nacionales debe prevalecer. Tiene que asimilar
los golpes traicioneros de sus malos hijos y así edificarse en el cambio
inexorable que se avecina. Debe ser el protector y guardián de la recuperación
y del rescate de los valores fundamentales del ser venezolano, erradicando toda
ideología extranjera y criminal, allanando el camino para que Venezuela supere
definitivamente este oscuro y amargo trance de su vida republicana.