La
permanente manipulación de Oscar Schémel
Fernando Ochoa Antich.
Desde el mismo momento en que Oscar Schémel fue
electo miembro de la írrita Asamblea Nacional Constituyente Comunal, en
representación del sector empresarial, mediante un monumental fraude jamás
visto en nuestra historia, comenzó a emitir un conjunto de curiosas
declaraciones y opiniones, sugiriendo una trascendente modificación en la
política económica del régimen madurista. Estoy convencido de que esa audaz
posición en un comunicador y encuestador de su experiencia y conocimiento de la
realidad nacional solo busca proteger sus beneficios personales y el de fuertes
grupos económicos, enriquecidos a la sombra del chavismo en estos dieciocho
años, que han llegado a la conclusión que de no ocurrir una inmediata
rectificación de los lineamientos económicos establecidos en el Plan de la
Patria, la catástrofe electoral de Nicolás Maduro sería inevitable. Esa es la
razón por la cual considero de interés analizar esos planteamientos para
interpretar sus verdaderos objetivos y a la vez determinar sus posibles
equivocaciones.
A los pocos días de ser electo fue
invitado a una sesión del Consejo Nacional de Economía Productiva, en la cual
expuso en una ponencia sobre la crisis económica lo siguiente: “En la Asamblea
Nacional Constituyente todavía no hemos entrado a debatir las líneas
estratégicas de la Carta Magna. Hoy, las demandas de soluciones y respuestas
con respecto a los problemas de desabastecimiento e inflación se han acentuado.
El foco vuelve a estar en la gestión, el foco vuelve a estar en la economía y
en la esperanza de una solución. La gente quiere respuestas. La población
está sufriendo los embates de una inflación desmedida. La mayoría de los
venezolanos aprueban una economía mixta y están de acuerdo con un
consenso entre el sector privado y público. El Estado debe conducir la
economía, que gobierne con el mercado y no contra el mercado. Si se
posterga este debate puede ser determinante en el resultado de las elecciones
regionales y comprometer gravemente el triunfo del chavismo”.
Para fortalecer su planteamiento empezó a
utilizar su programa “Análisis Situacional” y editoriales casi
diarios, orientados a presionar un cambio en la política económica
del gobierno de Nicolás Maduro. En ellos trató aspectos aún más delicados y
contrarios a las medidas económicas recientemente establecidas por el
propio Nicolás Maduro. Entre ellos resaltan: “Es imperativo revisar los
controles. Los controles no han servido porque no controlan nada. El control
cambiario no ha logrado controlar el precio del dólar, el control de precios no
ha servido para dominar la inflación, si se
establecen excesivos controles y se prolongan en el tiempo,
generan corrupción e improductividad. Es necesario establecer
garantías a la propiedad privada y respetar las leyes económicas”. Como se
podrá apreciar, sus propuestas parecen más las de un economista neoliberal que las
de un militante convencido de las bondades del Socialismo del Siglo XXI, pero
¿es sincera su intención de contribuir en la solución de nuestros graves
problemas económicos?
Durante varias semanas he tratado de encontrar
respuesta a esta inquietud. He leído con detenimiento sus
editoriales. En ellos se repiten algunos aspectos de interés: “el
triunfo arrollador de la oposición en la elección de la Asamblea Nacional se
debió a un voto castigo contra Nicolás Maduro por el mal desempeño
en el terreno económico”; “la oposición sigue en su discurso tradicional de hace 20 años,
discurso basado en la denuncia y la crítica, que antes no funcionaba por los
altos niveles de valoración positiva de la gestión de Hugo Chávez.
Hoy es un discurso, que de alguna manera interpreta el descontento y el
malestar que existe en el país”; “el chavismo debe actualizar su discurso, las
banderas de hace 15 años, no son las mismas de hoy”. Creo conveniente aclarar,
que no era la valoración positiva de Hugo Chávez, sino los altos niveles de los
precios del petróleo, los que opacaban el contenido del discurso opositor.
Además, estos criterios me hacen pensar que el objetivo del sector empresarial
boliburgués es presentar un mensaje renovador que logre penetrar en
los sectores de clase media para obtener algún beneficio electoral en los
próximos comicios regionales.
Estoy convencido que esa estrategia, la cual
quiere presentar como bandera una engañosa propuesta
económica, va a fracasar estruendosamente. Los venezolanos conocemos
perfectamente bien que para lograr superar la tragedia venezolana se requiere,
antes que nada, reemplazar el gobierno de Nicolás Maduro y su corrupta
camarilla. Además, sus propuestas no son nada novedosas. Numerosos economistas
opositores han planteado repetitivamente la necesidad de desmontar el control
de cambio y el control de precios, garantizar la propiedad privada y el
predominio del mercado, sin que se le haya prestado atención, ni
mucho menos los haya apoyado el Sr. Schémel. En todo caso, estos aspectos
coincidentes no son suficientes para lograr superar la tragedia venezolana. Se
necesita además fortalecer las reservas internacionales a través de importantes
créditos y fundamentalmente crear confianza para que puedan regresar las
inversiones extranjeras y venezolanas. Estas dos condiciones son imposibles de
alcanzar en la dictadura chavista.
Pero si eso fuera posible, existe otro riesgo:
que el chavismo trate de imponer el modelo chino. Una dictadura totalitaria
de partido único, sin libertad individual ni pluralismo político, en medio de
una sociedad de mercado que respete la propiedad privada. Esa
solución, es la aspiración de Raúl Castro para Cuba: restablecer
relaciones comerciales con los Estados Unidos sin debilitar la dictadura
castrista y el partido único. Llego a creer que en definitiva esa es la
aspiración de Oscar Schémel y de los empresarios chavistas: preservar el
chavismo, limitar los derechos políticos individuales y mantener el control de
la riqueza del Estado para continuar enriqueciéndose a sus expensas. Los
venezolanos tenemos aspiraciones distintas: reinstaurar un régimen democrático,
con absoluto respeto de los derechos humanos y de las libertades ciudadanas,
con una sociedad de mercado en pleno desarrollo, en donde impere la libertad de
comercio y la honestidad. Además, cómo olvidar lo ocurrido en
estos dieciocho años. La tragedia de nuestro pueblo, sin importar la clase
social, se resume en hambre, muerte, inflación, delincuencia, violación de
derechos humanos y diáspora. La única solución posible es un cambio de sistema
político. Esta verdad la conoce perfectamente bien Oscar Schémel.
Sin embargo, en el supuesto de que la
propuesta del señor Schémel fuera sincera y yo estuviera equivocado, entonces
me permito sugerirle que amplíe su planteamiento a Maduro y a su camarilla,
sobre la necesidad de dar respuestas apropiadas a todos los problemas
nacionales que mencioné anteriormente.
Solo así, reconocería su sincera contribución a la solución de esta
insoportable tragedia nacional.
Caracas, 24 de septiembre de 2017.
fochoaantich@gmail.com