PLAZA ALTAMIRA
En el alma, cada cual, albergando una Esperanza...
Hoy pasé, y eso vi...
Vidrios rotos, molidos, dispersos, en un crisol de recuerdos.
Cómo un espectador deambulando en aquel espacio desierto busqué encontrar nuestros pasos, contemplé el Ávila...
La fuente de la plaza estaba vacía.
Los árboles seguían allí , tienen menos hojas .
“Aquí una vez se reunió una multitud” me dijo un hombre Taciturno que por allí pasó, “y gritaban, vociferaron consignas, a la libertad, a la vida, a los sueños...” se puso el dedo índice sobre los
Labios para hablar más bajo “ hay que tener cuidado” me
Dijo y siguió su camino.
En esta plaza llovieron balas, lo se, porque lo vi ? viví, aquí estuve, corrieron niños, mujeres, hombres, ancianos, se derramó sangre, mucha, en esta plaza, si, pero...
hoy no queda nada, ya
no se ve a nadie.
Solo recuerdos hecho escombros de lo que alguna vez fue.
Una memoria,
el ayer,
cuando hubo
Gorras verdes, charreteras,
botones dorados, estrellas, junto al tricolor, empuñado por los civiles, marcando una pauta, un sueño, ese que se deseaba escribir para borrar tanta ignominia, afrenta... para mitigar el dolor, la brutalidad, el vil egoísmo ponzoñoso, dañino...
Allí, en esa plaza, alguna vez se dieron cita, hombres y mujeres, armados con sus pitos, banderas, gritos, corazones, llenos de esperanzas, bajo un cielo azul, cobijados por una montaña que nos miraba desde lejos...
allí reunidos, en aquella plaza, en aquel lugar, soñaron juntos...
Pero el viento no ayudó, no quiso hacerlo y
no se izaron las velas, a pesar Del Mar de gritos, y de la corriente que quería empujar, el ancla no levó, no hubo quien .
En cambio el humo si llegó y nos esparció, corrimos perseguidos por aquel olor a cebolla amarga que nos quemó gargantas , asfixió y nos arrastramos, nos abrazamos, lloramos, gemimos, consternados vimos a nuestros jóvenes volar, alejarse hacia el cielo y a unos ángeles llevándolos y a Dios recibiéndolos , lo vimos... escuchamos detonaciones, gritos ahogados, sirenas de ambulancias, unas bombas que caían en medio de una oscuridad que nos encontró llenos de miedo...
despedimos aquellos niños con lágrimas de dolor, y arrastrando nuestro pies pesados, regresamos a encontrarnos en el centro de la plaza, buscamos agua, vinagre para limpiar la sangre del piso que no pudimos borrar, en su lugar dibujamos sus nombres y encendimos cientos de velas.
El grito de una madre nos desgarró el alma, allí supimos que la noche sería larga, oscura y tensa, nos buscamos los unos a los otros y cómo pudimos nos pusimos de pie, intentamos de nuevo caminar, peor no pudimos. Nos sentimos abandonados , traicionados...
De repente Alguien en un intento desesperado gritó “ LIBERTAD! “ pero el silencio lo engulló, se perdió convertido en un eco ahogado.
Frente al obelisco vimos a la Virgen Rota, que sollozaba, la habían mancillado, violada, lloraba, una anciana se acercó y la abrazó, recogió sus pedazos dispersos , la llevó en sus brazos, tal vez a su casa, nunca más la vimos.
La plaza quedó desierta después de un ruido final, un estertor, que hicieron los motores de unas motocicletas que irrumpieron, como enjambre de avispas enfurecidas, dispuestas a confrontar a quien se les enfrentará pero...
Ya no había con quien hacerlo, sólo quedaban allí las ruinas hechas recuerdos y las sombras de los espíritus de aquellos soñadores que alguna vez estuvieron allí , en esa plaza, que sería bautizada por siempre y para siempre, con el nombre de PLAZA DE LA LIBERTAD .
Solo Dios sabe si alguna vez renacerá el espíritu de los que allí estuvieron, aunque sabemos que, en el alma, cada cual, alberga una esperanza,
el tiempo lo dirá...
Rafael Urribarri.
Twitter: @rjurribarri
Febrero 2021.
IMAGEN SUPERIOR: Fuente Plaza Altamiora por cortesía de
Printerest