Íngrid, perdonavidas
Tres semanas me duró el relativo entusiasmo por la candidatura presidencial de Íngrid Betancourt dentro de la Coalición Centro Esperanza (CCE). Con ella se resolvía la carencia de mujeres y eso la hacía bienvenida. Además, es elocuente y estaba recabando apoyos varios con una serie de buenas entrevistas, hasta que su personalidad reveló la vertiente ayatolá y le dio por lanzar ultimátums sucesivos si cabe la posibilidad de que un ultimátum sea sucesivo. "A mí me encantaba Íngrid hasta que volvió a ser Íngrid", escribió Cristina Carrizosa en Twitter. Después, madame ayatolá hizo mutis por el foro y renunció a la CCE. Su actitud carece de liberalismo y de cualquier tolerancia. ¿Se lanzará sola en plan destructivo? Al parecer sí, aunque no se sabe con certeza. Una actitud semejante pondría en aprietos la lista al Senado que encabeza Humberto de la Calle, hombre pulcro y honorable si los hay.
El tono de perdonavidas de Íngrid es patético. Lo dicho alguna vez: el ego es necesario en política, como el motor en la Fórmula 1, pero hay que saber manejar porque si no uno se estrella en la primera curva, como le acaba de pasar a Íngrid Betancourt. Una persona así de intransigente, autoritaria e inflexible no puede ser presidenta de un país.
Vaya uno a saber qué efectos electorales tendrá este amargo y desleal episodio, si bien uno diría al rompe que puede beneficiar a Alejandro Gaviria, el candidato a quien ella acusó en forma directa de procedimientos corruptos y cuya cabeza pedía. ¿Pruebas? Ninguna de ningún peso, pues si algo se conoce de Alejandro es su pulcritud. El mensaje para la CCE como un todo es claro: nos tocó volvernos tolerantes a las malas. Por fortuna, la CCE tiene en su ADN una espiral de liberalismo filosófico de fondo, de suerte que sabrá digerir con calma lo sucedido.
Más difícil es calibrar los efectos generales que tendrán estos rifirrafes en las consultas de marzo y en la posterior 1ª vuelta presidencial. Los profetas del desastre andan alborotados prediciendo colapsos. Yo no pertenezco a esta cofradía de vaticinios sombríos y algo me dice que el efecto será dual: de un lado el rifirrafe ha puesto al centro político en el meollo del debate, donde quiere estar; de otro, algún elector nervioso se alejará aunque vaya a saberse hacia dónde, porque no hay ningún toldo sin zaperocos. Igual, ya es necesario dejar los temas mecánicos y pasar a la sustancia. Candidatos, y buenos, es lo que tiene la CCE para lograr esto. Ninguno de los "pecados" cometidos hasta ahora por los más opcionados de la CCE alcanza para descalificarlo. Por eso, que gane la consulta el que mayores arrestos tenga. La delantera la llevan tres: Fajardo, Galán, Gaviria, para usar el orden alfabético de los apellidos.
La perspectiva personal de Íngrid es otra historia. Si se mantiene hasta 1ª vuelta y saca pocos votos, malo porque quedará expuesta; y si saca muchos, peor, porque haría un gran daño a la CCE y al centro en general, aunque es casi imposible que ella misma pase a 2ª vuelta.
En los próximos días se despejará el humo de estas escaramuzas y el panorama se aclarará. La gente tendrá que irse definiendo. Hay que pasar del casi mayoritario "no sabe/no responde" a decidir el voto, primero en las consultas y después en las elecciones propiamente dichas. Eso sí, vaya montaña rusa en la que nos han metido los egos mal digeridos de algunos.
De: PERSONAL <andreshoyos@elmalpensante.com>
Date: mié, 2 feb 2022 a la(s) 10:10
Subject: "Ingrid, perdonavidas" - columna de Andrés Hoyos
Yo tampoco esperaba que a Ingrid Betancourt le saliera el espíritu ayatolá y se pusiera en plan demoledor. Mi lectura: