La educación es una razón de Estado
Enrique Meléndez
Por supuesto, nadie se
explica el hecho; de que, por un lado, el gobierno pregona, que la economía se
ha recuperado; mientras que, por el otro admite que está arruinado, y que por
eso desconoce por completo los beneficios de las contrataciones colectivas de
los trabajadores del Estado; que es la causa, por la que estos están hoy en día
en la calle; pues en nuestra realidad se ha visto un fenómeno, y es la
unificación de la masa orgánica laboral venezolana en las narices, no sólo del
gobierno, sino también de los partidos políticos de la oposición, bajo una
acción de protesta, que ya se extiende por varios días; sobre todo, porque se
ha observado que hay una gran mala fe en las jugadas del gobierno.
Obsérvese que el gobierno
decretó hace ya unos meses un aumento de salarios de un alto porcentaje; pues
de 7 bolívares puso a ganar a la gente 130 bolívares; tratando de salirle
adelante a esa situación de levantamiento generalizado de la clase trabajadora,
que se veía venir, y es que, precisamente, el movimiento sindical ya comenzaba
a presionar, para que se cumpliera algo que está establecido en nuestra
Constitución, y es que el salario mínimo tiene que estar por encima de la
canasta básica; cuyo costo hoy en día sobrepasa los 400 dólares; cuando se
advertía, por otra parte, que los esquiroles, esto es, los dirigentes
sindicales, que fabrica el gobierno a su medida, para llevar a cabo sus
truculencias, negociaban con éste un aumento equivalente a unos 200 dólares.
Así que este último no le llegó ni por los pies a la expectativa, que se tenía
en ese sentido, es decir, apenas fue de 30 dólares, cuyo equivalente hoy en día
ya va por 21 dólares.
He allí el primer
arrebatón del “presidente obrero”; pero a continuación viene el segundo, y es
la aparición del famoso Instructivo de
No sin razón ha rodado mucho por estos días unas
revelaciones, que hizo en una oportunidad el general Guaicaipuro Lameda, en el
sentido de que Chávez le hizo ver un día; que, en el fondo, lo que perseguía
toda revolución socialista era eso, es decir, la igualación hacia abajo de la
sociedad; en otras palabras, hacia la pobreza, que es lo que garantiza la
abyección del pueblo hacia el hegemón; mientras éste se sostiene con la mentira
como política de Estado; por lo que estaría de sobra todo proceso que implique
el progreso personal de la persona, y en donde entraría el tema de la
capacitación. Es decir, es mantener al individuo en la minoridad de edad; carente
de toda iniciativa, que sienta que no es capaz de valerse por sí mismo, sino
cuenta con el apoyo del Estado; en aras del sostenimiento de un régimen
totalitario, y en cuya conciencia no hay sino idiotez, y de allí que no les
interese para nada a los jerarcas la educación del pueblo; lo que explica ese
segundo arrebatón del “presidente obrero” propinado, en especial, a los
educadores, a través de ese Instructivo del Onapre, al desconocerle uno de los
beneficios de la contratación colectiva magisterial, como sería el bono
vacacional, calculado en 105 días, o al fraccionarle su pago por cuotas de diez
días cada mes; de modo que se terminaría de pagar el próximo año en un país que
no deja de registrar una situación hiperinflacionaria, y con un salario de
pobreza extrema; lo cual constituye, además, un atropello a la dignidad del
educador, a quien de esta forma se le desconocen sus derechos.
Pero al movimiento
sindical del magisterio se le han unido en esta cruzada de protestas los
trabajadores de la salud, los jubilados y pensionados, y hasta un sector del
mismo gobierno, al que vemos dividido, en ese sentido; mejor dicho, la masa
orgánica laboral venezolana, que exige, no sólo la anulación del Instructivo de
Además, no sólo está esta
reacción desmedida que, repito, no deja de reflejar un gran nerviosismo frente
a la configuración de una fuerza orgánica laboral; repito, en las narices del
gobierno y de los partidos de la oposición, dispuesta a batirse con la marea
roja, como lo demostró este jueves 11 de agosto, sino además el cinismo de sus
voceros; cuando dicen que ese bono vacacional, no se gasta sino en unas
vacaciones de tres semanas en Margarita. He allí otro atropello a la dignidad
del trabajador; lo cual sí constituía un bono de diversión en la época de
ANEXO: