Enrique Meléndez
Por supuesto, Guyana acude a la Corte Internacional de Justicia a instancias de la Exxon Mobil; cuando se descubren las reservas petroleras que se encuentran en la zona del Esequibo, y, estableciendo un parangón entre lo que fue el proceso, en el que transcurrió el Laudo Arbitral de 1899, y lo que está ocurriendo hoy en día en la CIJ, a partir de la demanda, que ha introducido Guyana ante su seno, a los fines de que se reconozca que el territorio del Esequibo es suyo, a objeto de tener seguridad jurídica allí, se pudiera decir que aquí hay por esta vía la sospecha entre los expertos diplomáticos, de que también no va a dejar de haber su compra de voluntades, como ocurrió en aquella oportunidad; cuando a última hora Inglaterra compra al juez ruso, que participaba en el Tribunal, que se ocupaba de nuestra reclamación, a propósito del despojo que nos hacía Inglaterra de la zona del Esequibo, por lo que Antonio Guzmán Blanco consideraba como el abuso de la fuerza; aun cuando hay quien alega que ese despojo provenía del hecho, de que en ese sentido Inglaterra se cobraba su participación en nuestro proceso de independencia, y en la cual había sido tutora: había puesto hombres (la legión británica), armas y dinero: aparte de que era el momento en que Inglaterra gracias a la tecnología de las armas, sobre todo, navales se había hecho dueña de los mares. Hay quien dice que, luego de la batalla de Waterloo el mundo cambió; pues el imperio anglosajón se impuso a partir de allí sobre todos los continentes, y entonces comenzó a posesionarse de islas, de estrechos y, en ese sentido, su intención era la de apoderarse del Orinoco, y que fue lo que convenció a EEUU, sobre todo, al presidente Glober Cleveland, cuando Guzmán Blanco se lo hace ver, de que esa furia inglesa tenía que detenerla; pues a continuación iba por el Amazonas y por el Plata; pues así como se había hecho dueña de los mares, ahora se quería hacer dueña de los ríos navegables. Fue cuando entonces se asumió en EEUU la política de que sus gobiernos no iban a permitir, que una potencia extranjera a la América se posesionara de cualquiera de sus territorios (Doctrina Monroe dixit), y entonces incitó a Inglaterra a solucionar el problema de los límites, que tenía con Venezuela a raíz de este arrebato, por intermedio de un árbitro.
Además de la grandeza patriótica, que hay que reconocerle a Guzmán Blanco, con independencia de su personalidad tribinilera y sin escrúpulos, a este respecto, hay que reconocérselas también a una suerte de Quijote, al general Domingo Antonio Sifontes, y quien en enero de 1895 enfrentó con sus tropas a las británicas en la región del Cuyuní, en un intento por parte de los ingleses de apoderarse de una estación militar venezolana. De hecho, hay un municipio Sifontes en el estado Bolívar, en honor al general Sifontes. Pero a la "pérfida Albión" en ese momento no la detenía nadie en su afán imperial y, en ese sentido, se dio el lujo de enviar a un geógrafo de nombre Robert Schomburgk, sobre todo, cuando Inglaterra descubrió que allí había unas minas de oro, y quien fue el encargado de arrebatarnos esa región, a partir de un mapa, que elaboró hacia el año de 1841, y donde trazó una línea fronteriza, que es lo que se conoce como la "Línea Schomburgk"; que le adjudicaba cientos de miles de kilómetros cuadrados a Guyana; lo que, por supuesto, incitó a que el gobierno de Venezuela protestara y se llegara hasta el rompimiento de relaciones diplomáticas, precisamente, durante el primer gobierno de Guzmán Blanco, y quien puso todo su empeño en solucionar este problema limítrofe.
Hace ver Tomás Polanco Alcántara en la biografía que escribe sobre Guzmán Blanco que éste muere feliz; pensando que el asunto se va a resolver a favor de Venezuela, a propósito de la integración del tribunal, que va a dar lugar al Laudo Arbitral de 1899; cuyo resultado más bien lo hubiese matado, si hubiera sobrevivido al momento del fallo; cuando el juez ruso se le vende a los ingleses, y se pronuncia a favor de ellos; un hecho que llamó la atención del mundo entero, como dicen los expertos en el tema; porque con ese fallo se le despojaban a un país de cientos de miles de kilómetros cuadrados, sólo porque se encontraba en la completa ruina y, como diría el Libertador en la peor de las barbaries sociales. Incluso, tuvo tanta repercusión este despojo, que en 1944, a raíz de lo que se conoció como el Memorándum de Mallet (Severo Mallet-Prevost, abogado de Venezuela en el Laudo), y en el que éste relata la forma como fueron forzados los árbitros de los EEUU a aceptar ese fallo y las componendas de los ingleses con el árbitro ruso; aún sonaba este asunto, en efecto por cargo de conciencia de Mallet. El hecho es que nuestro país tiene todas las pruebas en las manos, con documentos fehacientes de la época de La Colonia, que autentican que el territorio del Esequibo es suyo, y que es lo que le da un giro político al proceso arbitral, según Polanco Alcántara; dejando atrás lo jurídico. Por supuesto, el gobierno de Betancourt en la década de 1940 inicia las reclamaciones, y así llegamos al famoso Acuerdo de Ginebra de 1966; que vino a restituir las cosas a como estábamos en la época de Guzmán Blanco, y en donde ha habido congelamiento de las reclamaciones, reasunción de las mismas; hasta intentos de secesión por parte de algunos esequibanos a favor de Venezuela, es decir, todo un conjunto de episodios; siempre nosotros convincentes con las pruebas en las manos, hasta que llegó el comandante Chávez y mandó a parar: todo ese esfuerzo diplomático lo borró de un plumazo, cuando dijo delante de Fidel Castro y de las autoridades guyanesas de ese momento, que Venezuela no se opondría a que Guyana hiciera inversiones "sociales" en esa zona; de modo que como parte de los planes "sociales" apareció la Exxon Mobil allí. ¿Se pronunciará a favor la CIJ de la solicitud de Guyana, de que se admita la decisión del Laudo Arbitral de 1899? En eso ha invertido la Exxon Mobil 15 millones dólares, que le ha pagado a los abogados guyaneses.
Enrique Meléndez: Periodista, Escritor y Reportero, venezolano, Licenciado en Comunicación Social y Filosofía, en la Universidad Central de Venezuela; con estudios de post-grado en el Instituto de Altos Estudios de la América Latina de la Universidad de La Sorbona, París III, de Francia, Columnista del Semanario La Razón, en Venezuela, y autor de un diario político-filosófico, titulado: "Diario de la Quinta República:cronología de la destrucción de Venezuela", cuyo primer volumen está publicado en la biblioteca virtual de Amazon.
IMAGEN SUPERIOR: Foto REFERENCIAL por cortesia de PETRÓLEO AMÉRICA