¿CUÁNTO DEBE PAGAR CADA CIUDADANO VENEZOLANO PARA RECUPERAR A SU PAÍS?
Stanislaw E. Dubis C.
Valencia España.
20/10/2022
Este es sin duda
un título engañoso. Cuando lo lean, van a pensar inmediatamente en el pago de
un rescate, lo que tradicionalmente se acostumbra en el delito de “secuestro”.
No dista mucho de la realidad, pero ciertamente no es a lo que quiero
referirme. ¡SÍ!, Venezuela ha sido secuestrada como Estado y como país y hay
que rescatarla. Sus secuestradores no pueden ser catalogados con otro adjetivo
si no el de vulgares delincuentes. Por otra parte, y es bueno que se entienda
en esta dimensión y amplitud; todos los ciudadanos venezolanos estamos siendo
víctimas de este bochornoso delito.
Si por tu mente ha
pasado la idea de vernos obligados a un desembolso monetario para lograr
reestablecer la decencia en nuestro ámbito nacional, estás equivocado
nuevamente. Lo que deseo plantear en estas líneas no es tan fácil como pagar
para retornar al país que con virtudes y defectos fuimos; no, mi planteamiento
va un poco más allá.
En la mayoría de
las veces, en conversaciones con amigos, cuando abordamos, casi que, por
obligación, el tema de la realidad venezolana, traigo a colación lo que muchos
denominamos “el modelo Singapur”. Singapur nace como país en 1819, como una
colonia británica. Su historia está llena de controvertidas situaciones que
desembocan en la segunda mitad del siglo XX en serios conflictos internos,
económicos, políticos, raciales, corrupción, etc. Era un país muy pobre y en
vías de desaparecer. Era un Estado fallido como casi lo es hoy Venezuela.
En 1959 un líder
con una visión y objetivos claros; Lee Kuan Yew asume las riendas del país y el
reto de lograr su transformación, de restituir el orden y hacer de Singapur una
nación viable en todos los órdenes. Impuso medidas severas, pero indispensables
para alcanzar su meta.
Desde mi humilde
óptica en Venezuela necesitamos la implementación de un modelo parecido al de
Singapur, pues nuestra situación hoy por hoy es crítica en cualquier campo
administrativo del Estado. Como nación padecemos de profundos males que no son
solo los políticos o económicos. Venezuela requiere una remodelación
estructural en todas dimensiones y ámbitos. Sin pretender ser el primero en
proponerlo, seguidamente esbozo algunas ideas que pienso son indispensables y
fundamentales para su reconstrucción.
·
El país ha sido llevado
a una destrucción sistemática y progresiva por un grupo que simulando ser
políticos asaltaron la institucionalidad del país y la han colocado al servicio
de los más oscuros intereses, mezclando lo político con lo criminal; todos
saben a lo que me refiero cuando lo expreso de esta manera. No creo necesario
dar explicaciones al respecto. Los responsables de esta debacle tienen que
rendir cuentas a la justicia. Cuando digo rendir cuentas a la justicia, aparto
de mi mente cualquier asomo de la palabra venganza. Es justicia en su más pura
y simple concepción. Aquí no puede haber negociaciones ni mucho menos
concesiones graciosas.
·
El país requiere de
manera inmediata de la reformulación integral de su institucionalidad en cada
uno de los campos que la integran: judicial, económico, social y educativo,
sanitario, policial, militar, etc.
·
Quizás suene un tanto
radical, pero lo estimo indispensable en el proceso de lograr una disciplina
colectiva en la sociedad venezolana. Yo establecería la pena capital y cadena
perpetua para delitos de corrupción en las áreas de sanidad, de educación, en
el ámbito militar por la traición a la patria, por tráfico y posesión de
estupefacientes entre otros campos.
·
Para alcanzar el
propósito anteriormente descrito es necesario un sistema judicial
independiente, competente y profesionalmente estructurado por individuos de las
más aquilatadas calificaciones. Los integrantes del sistema judicial habrán de
ser un referente de integridad confianza y probidad.
·
Una reformulación
completa del sistema educativo, desde los núcleos básicos a los núcleos de
profesionalización universitaria. El venezolano debe nacer con, entender,
internalizar y practicar el concepto de meritocracia durante toda su vida y en
todos los campos.
·
En el ámbito económico,
hay que atraer la inversión de capitales, garantizando su protección jurídica;
pero al mismo tiempo haciéndoles cumplir el imperio de la ley de nuestro país. Es
fundamental la inversión de capitales con la obligación de crear mano de obra
venezolana, educarla, prepararla y hacerla competitiva especialmente en el
campo tecnológico.
·
Incentivar la
producción nacional en los campos agrícolas y pecuarios orientados a la
autosuficiencia del país y abriendo puertas a la competencia internacional
fundamentados en la excelencia y la calidad del producto venezolano.
·
Atraer inversiones al
campo de los servicios básicos mediante el concepto de concesiones: electricidad,
acueductos, vialidad, sistema ferroviario. El ciudadano tiene que entender que
no hay gratuidad en la recepción de esos servicios.
·
Reducir el concepto de
Estado en la ejecución de actividades que no le son propias por naturaleza. El
Estado debe ser muy pequeño, pero supremamente eficiente, dentro de este
concepto se hace necesario regresar al concepto de un Estado descentralizado.
·
Reformulación y
profesionalización del concepto académico y administrativo de los cuerpos de
seguridad del Estado tanto policiales como el de las FFAANN
·
Por último, pero no
menos importante, la reeducación de la sociedad venezolana, orientada a la
recuperación de valores y principios que la rigen, desde la familia como núcleo
fundamental, hasta la convivencia en comunidad.
·
Otros que vayan
surgiendo según necesidad del país, logros o deficiencias del plan propuesto.
Tal vez me quedo
un tanto corto, pero desde mi punto de vista esos son los aspectos vitales,
esenciales para salir de este proceso de involución y retraso al cual hemos
sido sometidos durante los últimos 23 años.
Esto mi
apreciado lector, no se logra con los lideres que venimos arrastrando desde la
cuarta república, pues ellos forman parte del deterioro al cual nos han
llevado, una buena parte de responsabilidad de la circunstancia que vivimos
recae sobre ellos. Para este compromiso se necesita un liderazgo emergente, con
una visión amplia y sin compromisos, que va más allá del concepto mezquino
político partidista que ha ido perdiendo vigencia y actualidad en casi todos
los países del mundo.
La
reconstrucción del país demanda el compromiso absoluto de todos y cada uno de
sus ciudadanos, y si no lo entendemos de esa manera nunca vamos a salir del
foso mental donde nos encontramos, estaremos condenados a ser tercermundistas
eternamente.
En mi escrito
anterior decía que los venezolanos hemos sido los arquitectos de este nefasto
destino en el cual hemos aterrizado. Si entendemos que hemos hecho mal y
tenemos la voluntad y la fortaleza de afrontarlo y corregirlo, también podemos
ser arquitectos de un mejor destino; pero para eso hay que estar dispuestos a
pagar un precio alto, y lo digo con la misma frase que he usado anteriormente
en varias ocasiones y que pertenece a sir Winston Churchill: “sangre, sudor y
lágrimas”. Ese es el alto precio/sacrificio para rescatar a Venezuela y nos
corresponde pagarlo a todos… sin excepción.