Enrique Meléndez
Así como Chávez decía, a semejanza de José Tadeo Monagas, que en este país la Constitución da para todo; lo mismo podría decir del sistema judicial, y esto lo señalo porque en el anterior artículo quedaron algunos cabos sueltos con relación al caso de la jueza María de Lourdes Afiuni, y que me fueron aclarados por algunos lectores, que me comunicaron una versión de los hechos; digamos de paso, que le dieron libertad al entonces preso Eligio Cedeño, y que reflejan en forma patética esta situación. Incluso, revisando lo que yo escribía para esa época, a propósito de un diario de la V República, que he venido llevando, hacia el mes de mayo de 2010, me encuentro con dos circunstancias, donde se utiliza la justicia en forma perversa, y es que, mientras a los comisarios Lázaro Forero, Henry Vivas e Iván Simonovis les aceleran sus respectivos procesos judiciales, para imponerles una sentencia firme a 30 años de prisión, a los fines de que se vean privados de no participar en las elecciones parlamentarias, que se avecinan, y con motivo de asomarse sus nombres como posibles candidatos a la Asamblea Nacional, que debía elegirse ese año, para así quedar en libertad, gracias a la inmunidad parlamentaria, que se derivaría de allí; a la jueza Afiuni se le niega hasta el derecho de ser juzgada en libertad. Incluso, era un clamor, que se expandía a nivel internacional. Pero yo decía en ese momento, que algún día se sabría lo que ocurrió con este señor Cedeño.
Pero es que el hecho se tramó en el más absoluto hermetismo; porque, más que un acto de justicia por parte de Chávez, se trataba de una venganza personal; tomando en cuenta que estaba una hija suya de por medio, a quien un Gustavo Arráiz había engañado, que era su novio en ese momento; que no Eligio Cedeño, como yo había dicho, socio de éste sí en el negocio de la obtención de una remesa de miles de millones de dólares de parte de la antigua Cadivi, gracias a la influencia de la susodicha, y destinados al financiamiento de una importación de computadoras, de cuyo comercio se ocupaba Arráiz; mientras Cedeño comienza a hacer carrera de banquero, gracias a un padrastro, que lo coloca como mensajero del Citibank, hasta llegar a ser de la directiva del Banco Canarias, que es donde lo conoce Arráiz. A su vez, este Arráiz provenía de Caricuao, hijo de un suboficial muy allegado a Chávez; lo cual le permite hacerse novio de la hija de éste; siendo, en ese sentido, de su círculo, pero relación que en un momento determinado se rompe; porque se descubre que Arráiz la engaña; de inmediato Chávez lo manda a poner preso; aun cuando el tercio logra huir; para reaparecer en Miami; ¿no dijimos que Chávez parte del principio, de que en este país la justicia da para todo? En su defecto, entonces, Chávez mandó a poner preso a Cedeño.
Que es el problema, con el que se consigue la jueza Afiuni, y a quien le corresponde arbitrar el caso de Cedeño que, para el momento en el cual ella llega al juzgado, donde se procesa, resulta que tiene meses sin realizarse ninguna audiencia, al respecto, ya que los fiscales del Ministerio Público no hacen acto de presencia en cada convocatoria a las mismas, y sin ellos no se puede hacer nada; de seguro, porque no tienen pruebas que culpen a Cedeño de algún delito. A todas estas sus abogados defensores se han movido a nivel internacional y han solicitado el apoyo la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, así como de otros organismos jurídicos; quienes intermedian, para que a Cedeño se le reconozca el derecho a la defensa; de modo que la jueza Afiuni se consigue con esta solicitud, y aquí es donde uno dice que si hubo soborno o no, para el momento de asumir el caso de Cedeño, Afiuni se encontraba entre la espada y la pared vista la situación de presión internacional, que pesaba sobre el caso; por lo que terminó dándole libertad bajo fianza y con prohibición de salida del país, sólo que el tercio en el camino, para ir a buscar su pasaporte, y consignarlo en el juzgado, gracias a un permiso que se le otorga; burla la buena fe de la jueza, y lo que hace es comprar un billete de avión, y dejar embaucada a la pobre Afiuni; que las pagó en unas condiciones bien terribles, ya que fue recluida en la cárcel de Los Teques, y donde le propinaron toda clase de torturas. Entre tanto, Rodríguez Barruecos, presidente el Banco Canarias, logra engañar a Arráiz, para traerlo hacia Panamá, donde lo captura el servicio secreto de Chávez, y se lo traen secuestrado en un yate. Lo recluyen en El Helicoide para, finalmente, Chávez concederle un indulto, cuando se sabe que está en sus últimas con una penosa enfermedad.
Por otra parte, el lavado de dinero pareciera que se ha entronizado en nuestro país, presentándose como uno de los éxitos del Socialismo del siglo XXI. De fuentes dignas de todo crédito, me ha llegado la información que, desde hace algún tiempo en los tribunales se vienen ventilando casos de apropiación fraudulenta de empresas, prestadoras de servicio a PDVSA, donde los accionistas, valiéndose de subterfugios ilegales, utilizados por abogados expertos en tramoyas, y con la complicidad de funcionarios de notarías y registros, despojan de su capital accionario a los socios, que les estorban, para sus fines oscuros como el blanqueo de capitales o lavado de activos. Uno diría que en estos casos están metidas las mafias petroleras, porque en ese sector, es donde se ha presentado esta novedosa modalidad: empresarios con alguna tradición de prestación de servicios a la principal industria nacional, cuyas empresas han venido disminuyendo en sus capacidades y volúmenes de trabajo, como consecuencia de la estrepitosa caída del negocio, producto del desastroso manejo operado, desde cuando la industria se convirtió en “roja rojita”, han sido captados y ganados para operar en ese campo delictivo, cegados por la avaricia, y a quienes no les importa llevarse por delante a cualquiera, con tal de apropiarse totalmente del capital accionario de esas empresas, convirtiéndolas en los instrumentos necesarios, para alcanzar su objetivo, de hacerse con una riqueza fácil.
IMAGEN SUPERIOR: Foto REFERENCIAL, tomada del artículo, Calderón, a quien una condena le valió el cargo de magistrada, publicada por la Organización SUPREMA INJUSTICIA
Enrique Meléndez: Periodista, Escritor y Reportero, venezolano, Licenciado en Comunicación Social y Filosofía, en la Universidad Central de Venezuela; con estudios de posgrado en el Instituto de Altos Estudios de la América Latina de la Universidad de La Sorbona, París III, de Francia, Columnista del Semanario La Razón, en Venezuela, y autor de un diario político-filosófico, titulado: "Diario de la Quinta República: cronología de la destrucción de Venezuela", cuyo primer volumen está publicado en la biblioteca virtual de Amazon.