Hace muchos años cuando se comenzaba a ver por dónde venía el chavismo en su empeño de acabar con Venezuela Orlando Urdaneta acuñó una frase que se hizo muy popular “No vale, yo no creo…”. La expresión aludía al escepticismo y la incredulidad ante las tempranas advertencias y señales que revelaban la intención de Hugo Chávez de instalar un régimen tiránico en Venezuela.
Todo arrancó con la inconstitucional Constitución chavista de 1999, pasando por penetración política e ideológica de las Fuerzas Armadas hasta llegar al desmontaje definitivo de todas las instituciones del Estado nacional venezolano para sustituirlas por estructuras al servicio del chavismo. El objetivo parecía tan ambicioso y audaz que la reacción nunca superó la etapa de la incredulidad y quedó anclada históricamente en aquel “No Vale, yo no creo”.
Eran los tiempos en que aquella falsa oposición aseguraba muy oronda que Chávez jamás llegaría a 3 años. No solo pasaron 5 años, sino 10, 15 y hemos llegado a 25 de tiranía chavista. La falsa oposición no solo cometió el error capital de no caracterizar correctamente al régimen chavista como un Estado al servicio del crimen sino que además le subestimó en sus capacidades para usar la violencia contra la población civil desarmada y justificarla con su propia pseudo legalidad.
Estos dos errores siguen marcando la pauta de la falsa oposición. Por ello esta oposición instrumental siempre ha seguido prisionera de las elecciones y las negociaciones con el chavismo. Pareciera que les anima la vana esperanza de buscar un cambio, una transición la llaman ellos, dentro del rígido marco de la legalidad chavista.
El chavismo por su parte no amenaza sino que ejecuta. El régimen chavista responde con farsas electorales, con trampas, con inhabilitación de candidatos, etc. Pero a esto hay que agregar que el régimen chavista también usa las armas de la república para perseguir, torturar y linchar a la población civil. Estas acciones, que serían escandalosas en cualquier otro país o a la luz del derecho internacional, son presentadas como parte de la normalidad en Venezuela.
En otras palabras, la postración, entrega y colaboracionismo de la falsa oposición nos ha arrastrado a una situación donde hay que aceptar lo aberrante como normal. Esto se resume en las tesis hoy defendidas por la falsa oposición y su candidata María Corina Machado quienes, sabedores de la ausencia total de garantías y condiciones políticas, insisten en participar en la farsa electoral del chavismo. Ellos están conscientes de que el chavismo tiene la intención y la capacidad para intervenir en cada fase del proceso electoral para alterar su resultado, pero nada de eso los lleva a abandonar su obstinada vía electoral.
La falsa oposición y su candidata no parecen tener ningún plan, ni A ni B, para enfrentar con éxito al chavismo. Cuando se les critica por este irresponsable ejercicio de cinismo, al llamar a votar sin condiciones ni garantías políticas, los operadores de la falsa oposición responden con sus consabidos slogans para vender jabones “llegaremos hasta el final” y “Nadie nos sacará de la vía electoral”. Estas frases han sido usadas y abusadas miles de veces que ya hoy solo quedan como un cliché vacío de contenido y significado. ¿Por qué? porque no tienen ninguna conexión con la realidad y tampoco sintetizan un mensaje político que lleve a articularse en forma orgánica para confrontar y derrotar al chavismo.
Muy por el contrario, y muy a pesar de la intención de sus creadores, proclamar “nadie nos sacará de la vía electoral” suena como a una fatídica invitación para ir en formación resignada a morir al matadero. La única forma de interpretar este absurdo slogan es: Sabemos que nos van a hacer trampa, sabemos que nos van a torturar y asesinar, pero no importa lo que haga el chavismo porque somos demócratas y pase lo que pase iremos a votar. ¿Cuál es el sentido estratégico de este suicidio colectivo que algunos llaman “operación política”?
Las dudas y las debilidades de la salida electoral no las planteo yo en este artículo sino que ya han sido planteadas y debatidas por millones de venezolanos que por la ausencia de opciones viables para salir del chavismo optaron por abandonar el país.
Ante la realidad que se nos presenta la falsa oposición carece de la fuerza moral y política para persuadir a los venezolanos sobre las bondades de la vía electoral. Sin embargo, los operadores de la falsa oposición no se rinden en su empeño por justificar al régimen chavista y con voz débil insinúan que el chavismo no puede violar los Acuerdos de Barbados y su propia Constitución de 1999 al mismo tiempo. Parecen no darse cuenta que esos Acuerdos y esa Constitución han sido ultrajados a rabiar una y otra vez.
Frente a esto los operadores de la falsa oposición se limpian un poco el barro de la cara y ripostan “es que la comunidad internacional, los Estados Unidos y Europa obligaran al régimen chavista a permitir la habilitación de María Corina Machado”. Bueno, uno de esos factores internacionales, los Estados Unidos, ha dado visibles muestras de no querer alterar el statu quo en Venezuela. Joe Biden celebró el intercambio de ciudadanos norteamericanos detenidos en Venezuela por Alex Saab como un “avance democrático” del chavismo. En el caso puntual del secuestro de Rocío San Miguel un vocero del Departamento de Estado condenó la detención “aparentemente arbitraria” de San Miguel. ¿“Aparentemente arbitraria” cuando fue acusada de traición a la patria sin expediente, incomunicada y además se le negó el acceso a sus abogados?
Vuelven con más fuerza aquellos ecos de “no vale, yo no creo”. Esto es, yo no creo que el chavismo va a violar los acuerdos de Barbados y su propia legalidad. O yo no creo que el chavismo va a cruzar la línea roja para enfrentarse a los Estados Unidos y la Comunidad Europea porque regresarían las sanciones (¡si, aquellas mismas inútiles sanciones!). Otros para darse ánimo aseguran que así como el chavismo no se atrevió a apresar a Juan Guaidó menos se atrevería a hacerlo con María Corina Machado. Si el chavismo no detuvo a Guaidó mientras estuvo en Venezuela es porque dejarlo actuar convenía a sus intereses. Esto quiere decir que María Corina debería pensar, con juicio y prudencia, salirse de la burbuja en la que está metida y le hace creer que ella goza de una especial inmunidad por lo que el régimen chavista no atentaría contra su integridad como lo ha hecho con otros.
En lugar de verse en el espejo de Guaidó María Corina Machado debería verse reflejada en casos emblemáticos para el régimen chavista tales como los de Raúl Isaías Baduel y Tareck El Aissami, ambos detenidos en la más absoluta opacidad sin importar las repercusiones. Y otros como el del General Miguel Rodríguez Torres quien corrió con mejor suerte. Lo que no se puede perder de vista es que a la hora de sostener el ecosistema criminal chavista no hay intocables.
Escribir esto no es tremendismo. Es simplemente la progresión lógica del plan que anunció el Fiscal Tareck William Saab en enero de este año el cual se ha venido cumpliendo en forma sistemática. Todo apunta a fabricar una serie de conexiones, todas falsas y artificiales, para justificar la absurda tesis según la cual María Corina Machado sería la autora intelectual de la supuesta conspiración del brazalete blanco. Ya existe una declaración pública del oficial militar Angelo Heredia que la incrimina en forma directa. A esto habría que sumar una o dos declaraciones más, un testigo estrella y unas capturas de pantalla. Con esto en la mano el Fiscal del régimen Tareck Wiliam Saab podría anunciar en cualquier momento la arbitraria detención de María Corina Machado por traición a la patria.
¿Qué podría impedir este dramático desenlace? Solo el cálculo del propio régimen al valorar si una jugada de este calibre le sirve o no para una variedad de propósitos. Desde quitarse todas las sanciones, aunque no hayan funcionado, hasta inhabilitar la recompensa que se ofrece por las cabezas de los capos del régimen. Con una ficha de canje de esta valía solo el cielo es el límite. Este no es un asunto de miedo versus coraje o de cobardía contra valentía. El régimen chavista tiene la capacidad y los medios para ejecutar sus amenazas por lo que ya es hora de dejar de subestimarlo.
En su propio tablero y en el mundo de la diplomacia el chavismo está a sus anchas y no tiene límites, ni siquiera su propia legalidad o el llamado derecho internacional. Dentro de ese marco poco o nada se podrá lograr. Fuera de ello están los límites que impone la propia realidad de un país que se cae a pedazos donde el botín del tesoro nacional cada día alcanza menos para satisfacer la voracidad de las atorrantes clientelas civiles y militares chavistas. También están los límites que imponen la geopolítica, la dialéctica de imperios y las consecuencias bélicas de decisiones imprudentes.
El reto para la sociedad venezolana es cómo organizarse al margen de las fracasadas tesis electoreras de la falsa oposición para articular una verdadera política de confrontación que saque ventaja de las realidades que el chavismo no podrá evadir.- @humbertotweets
Subject: ¿Quién le pone límites al Estado chavista? Por: Humberto González Briceño.