En boca cerrada no entran moscas.
Enrique Meléndez.
Hasta ahora el gobierno de Nicolás Maduro ha guardado absoluto hermetismo, con respecto al asesinato del teniente Ronald Ojeda Moreno (¿en boca cerrada no entran moscas?); salvo la ironía con la que salió Diosdado Cabello, a propósito de la versión que corrió; de que, una vez secuestrado éste, se lo pensaban traer a Venezuela, por la vía de Bolivia, y entregarlo a la Dgcim; para que filmara un video, ratificando los testimonios de Angelo Heredia sobre la Operación "Brazalete Blanco", y entonces el susodicho ponderó la hazaña, que significaba traer al teniente Ojeda Moreno desde Chile a Venezuela por esa vía. ¡Unaguará! Lo mismo ha sucedido en Chile, donde Gabriel Boric guarda absoluto hermetismo; tomando en cuenta que se trata de un crimen muy atroz, cometido por unos extranjeros en su suelo, que lo desmoraliza por completo, sobre todo, porque se trata de una persona, que gozaba de la gracia del asilo, por lo que ha adquirido trascendencia internacional, y de allí que su gobierno se haya limitado a decir que se trata de un asesinato ordenado fuera de su Estado, y entonces sale a relucir la famosa banda del "Tren de Aragua"
He allí una de las conjeturas, que se hacen: no actuaron directamente agentes de la Dgcim; aun cuando recién se había firmado un convenio entre Chile y Venezuela para la lucha contra el crimen organizado; que fue lo que en un principio hizo pensar que la Policía Nacional de Investigación (PNI) chilena le había proporcionado la información a sus agentes, relativa al paradero del teniente Ojeda Moreno; que, más bien, pareciera ser trabajo de la teniente coronel Nairobi O´Connor Jacson, señalada de ser la cabecilla de un grupo de dichos agentes en Chile, que se ocupa de seguirle la pista a los perseguidos políticos; además de facilitarles la PNI, hizo pensar, repito, los uniformes que pertenecen a este cuerpo, cosa en la que, al parecer, hubo imitación en cuanto a su costura, es decir, vestimenta con la que se presentan casa de éste en una urbanización de Santiago; tal como se observa en el video, que rodó por las redes sociales, y donde se le ve sacado de su apartamento en bóxer, rodeado de tres sujetos enmascarados, portando armas cortas y largas; uno de ellos lo lleva prensado por el cuello. ¿Demasiado bandera el operativo, tomando en cuenta, que ellos sabían que estaban siendo filmados por distintas cámaras? Es aquí donde cobra certeza esa tesis, de que pensaban sacarlo por la frontera de Bolivia; puesto que imaginaban que todo eso iba a quedar atrás; aun cuando tuvieron la precaución de cambiar de vehículos en los puntos, donde las cámaras de las carreteras no tenían alcance; sólo que a última hora reciben el pitazo, de que negativo el procedimiento: hay demasiada alerta en la opinión pública chilena a esta altura del partido, y en esto, quizás, fue decisiva la llamada de atención, que hizo de inmediato Iván Simonovis, en ese sentido, y que fue lo que obligó a que el gobierno de Boric se movilizara de inmediato y ordenara un cierre de todas las fronteras; pero, según un periodista de ese país, todo había sido planeado con tiempo y ejecutado a la perfección, y donde se demuestra el grado de profesionalismo, en materia de crimen organizado, que ha alcanzado el "Tren de Aragua".
En efecto, el chamito de 17 años, que cayó en manos de la PNI, no formaba parte de los matones, sino que estaba en un carro frente al edificio en compañía de un amigo, y se fumaban un tabaco de marihuana; de modo que, cuando aparece el trío de matones con el rehén, decide filmar la escena desde el momento, en que salen del inmueble, hasta el momento en que se lo llevan en un carro. ¿Era casual que estaba allí? Aquí hay muchos cabos sueltos: ¿por qué esa necesidad de los matones de dejarse filmar? ¿Por qué no lo fulminaron en la propia casa o en otro lugar? Me cuenta un amigo, que vivía en Bogotá; perseguido, en especial, por Diosdado Cabello, que cuando ganó las elecciones Gustavo Petro, un compatriota le recomendó, que volara de allí, porque él estaba en la lista de los posibles secuestrables, y por quienes la Dgcim ofrece cien mil dólares. ¿Acaso esto no le abre las agallas a un chamito de éstos? Llama la atención, que ninguno de los matones ni el mismo chamito vivían, en el campamento, donde llevaron a enterrar al teniente Ojeda Moreno, que los chilenos conocen como tal, y que en un primer momento, según señalan las informaciones, fue poblado por haitianos, pero al que se le fueron agregando colombianos y venezolanos; aun cuando desde allí opera una banda, que se dedica al atraco, cuando no a la extorsión, chantaje y secuestro, sobre todo, entre venezolanos: ¿acaso uno de esos compatriotas les permitió llevar a cabo un entierro tan descarado en ese campamento?
Un amigo chileno, que vivió hace muchos años en Venezuela; hoy radicado en Santiago, me dice que hace poco fue descubierta una banda, que se dedicaba al robo de relojes de lujo, los motowatch, los llamaban, puesto que se movilizaban en motos, atraco a mano armada; captados por las cámaras, que hay por toda la capital chilena; de modo que cuando daban con ellos, tan pronto se iniciaban las pesquisas, resultaba que eran venezolanos. Por supuesto, el matón principal, que llevó a cabo esta operación, Walter Rodríguez Pérez se observa al detalle, que pertenece al Tren de Aragua; puesto que, según se ha trascendido, trabajó en la gobernación de Aragua, hombre de confianza de Tarek El Aissami, y de acuerdo a lo que ha salido sobre su persona, se trata de uno de los delincuentes solicitados por las propias autoridades chilenas; acusado, entre otros delitos, de secuestro; quien, por lo demás, debe haber huido del país sureño, que es lo que presumen dichas autoridades, y que es el otro cabo suelto que queda de esta historia. ¿Ayudado por el embajador nuestro allí, quien también ha guardado absoluto hermetismo frente a los medios de comunicación en torno al tema de este horrendo crimen? ¿Convenía dejarlo escapar, tanto al gobierno de Venezuela, como al de Chile?