La Victoria es de González Urrutia.
Enrique Meléndez.
Uno podría vislumbrar, que estamos a las puertas de un cambio, aun cuando no se ha dejado de decir que, al fin, vemos una luz al final del túnel a lo largo de esta larga hora menguada que vive el país; porque así como una figura extraña a la política en el año de 1998 podía terminar con la partidocracia adeco-copeyana, representada en la figura de un militar, es decir, Hugo Chávez en un momento en que el país estaba muy envenenado con el sentimiento de la antipolítica y, en ese sentido, AD y Copei eran partidos muy desprestigiados, al punto de que al día siguiente de ganar el susodicho las elecciones; el imaginario de la gente pintaba que los "corruptos están saliendo en bandadas por los aeropuertos", según se oía decir, y lo que Chávez, que sabía interpretar muy bien lo que la gente quería oír, también lo repetía: "los corruptos están huyendo por los aeropuertos"; ahora es Edmundo González Urrutia el que viene a representar esa figura, dado el desprestigio también en que se encuentran los partidos políticos, sobre todo, los dirigentes de la oposición; salvando el liderazgo de María Corina Machado; razón por la que el gobierno la inhabilita, y aquí es donde uno dice que lo de González Urrutia parece obra de Dios; partiendo de la circunstancia misma como se filtró. ¿Acaso fue producto de una negociación de última hora con los EEUU? De inmediato los EEUU dieron el visto bueno a su candidatura; por lo que suavizaron las sanciones. El otro hecho que llama la atención, es que también se filtró la tarjeta de la MUD, que estaba en pico de zamuro; perdón por la digresión.
Es decir, quien debía propiciar ese cambio, que todo el mundo reclama, es lo que se conoce como un outsider, que el medio venezolano siempre pensó en la figura del empresario Lorenzo Mendoza, dado su éxito empresarial y su figura carismática; con números muy positivos en las encuestas; sólo que éste siempre le rehuyó al asunto; alegando su escasa experiencia en el menester de la política, y donde sí ha andado González Urrutia, sólo que en muy bajo perfil, aparte de su carrera diplomático; que habla más bien de un individuo conciliador. De hecho, lo que más se destacó del discurso, que pronunció el sábado pasado en La Victoria, su pueblo natal, era que no iba a ser un presidente de insultos; cuando eso es lo que hemos oído a lo largo de este último cuarto de siglo; partiendo de la circunstancia, de que Hugo Chávez fue una expresión de violencia; pues no olvidemos, que el susodicho hace su aparición en la política tras el intento de un golpe de Estado; que no consumó por cobarde; como se lo hacía ver Manuel Caballero, quien lo llamaba "el héroe del Museo Militar", hoy Cuartel de La Montaña; pero desde que asumió la presidencia, entonces ese manejo del insulto pasó a formar parte del discurso político, y el que va hasta la escatología; de allí que el propio Manuel Caballero decía que el vocabulario de Chávez era el de un portero de burdel que, por supuesto, sus acólitos lo imitan, sobre todo, Jorge Rodríguez; a quien se le ha ido la lengua con una palabrota contra esos "gringos de merde".
Claro, uno pudiera decir que González Urrutia no viene en el papel de "muchacho respondón", al estilo de Rómulo Betancourt, quien consideraba a la política como una jungla; donde, al recibir un golpe, había que devolver dos. Se diría que en su fe de cristiano González Urrutia, pone la mejilla; porque, por lo demás, a esta gente no se le ha escapado, en ese sentido; desde ser calificado como el candidato del imperio, además de misógino, racista y matacuras; mientras a Diosdado Cabello le da por decirle "Inmundo", en lugar de Edmundo. Muestras de un gran desespero, por supuesto; porque se saben perdidos, como se lo dicen las encuestas, que hacen zapatear a Cabello, y entonces dice que son falsas; de allí que apele al terror desde su posición oficial. Nada responde al respecto González Urrutia. En ese sentido, lo que transmite es paz, y nada de verborreas, que no es sino demagogia. Obsérvese, que no estamos ante un orador exuberante del estilo de Chávez; cuando más bien, lo que va a decir lo lleva escrito en unos cuatro papeles, muy conciso y con una extrema precisión; como es su persona, un sujeto sencillo, que se ve que tiene en sus manos la posibilidad de cambiarle la fisonomía a nuestro cotarro político. ¿El candidato del imperio estadounidense? A eso este señor no "le para", como decimos en criollo; además, aquí se comprueba que este régimen, además de miope, vive en otra época; la del "garrote del Tío Sam", y que no le entra en la conciencia al venezolano común; porque no sabe qué es eso de imperialismo, una categoría que Lenin consideraba que era la fase superior del capitalismo; lo que demuestra Carlos Rangel en su obra que es falso. ¿El candidato de los apellidos? Claro, a González Urrutia se extiende lo del Machado de María Corina; tomando en cuenta que Diosdado se lo endilga; sólo que ellos no se dan cuenta, que en este país el apellido Machado es muy común, y como me dice una colega, eso tendría un efecto negativo sobre su figura, si habláramos de Machado Zuluaga, Machado Velutini; lo que significa que lo del mantuanismo suyo no ha impedido su compenetración con el pueblo, como lo vemos a propósito de los videos, que nos llegan por las redes sociales
Le dio González Urrutia un toque pintoresco a su presentación en el acto de La Victoria, que hemos citado, la gorra del equipo de beisbol de Los Tigres de Aragua, aparte del significado que tuvo el salir de su pueblo natal, para el inicio de su campaña. ¿Qué prometió en sus cortas palabras? Nada de que "vamos a ser potencia", como lo decía Chávez, y Maduro lo repite; sino paz a los vencidos y honor a los vencedores; para eso se dirigió a la comunidad internacional, a la que le pidió ayuda, teniendo presente el enorme ventajismo con el que se presenta el oficialismo a la jornada electoral del 28 de julio; además de ofrecer amplias garantías políticas para todos los venezolanos y la reinstitucionalización de las fuerzas armadas.
Enrique meléndez / @emelendezo