LOS PRESOS DE AMNISTIA INTERNACIONAL
Los
venezolanos nos hemos descubierto como víctimas de una guerra ajena.
Cada vez se generaliza más la impresión de que sufrimos un régimen
títere (puppet regime) con la dificultad adicional de no poder
identificar con claridad quién es ni dónde está el titiritero.
En
el pasado reciente la Meca del comunismo mundial estaba en Moscú, la
social democracia tenía la suya en Berlín, con fuerte intervención
sueca; pero con el desmantelamiento de la URSS, la pérdida del poder de
alemanes y escandinavos, incluso del laborismo británico y la falta de
liderazgo del español, el socialismo luce descentrado y errático.
No
en balde se ha propuesto crear la “V Internacional Socialista” con su
centro no se sabe muy bien si en La Habana o Sao Paulo; pero dejando
debajo los restos de todas las internacionales anteriores: la I de Marx y
Engels, la II alemana, la III de Lenin y Stalin, la IV de Trotsky. Esto
parecería cosa de ficción, pero ha saltado a la primera plana gracias a
la aparición del nostálgico trotskista Alan Woods.
Las
aparentemente incomprensibles declaraciones de Trinidad Jiménez,
secretaria de relaciones exteriores del PSOE, sobre la inexistencia de
presos políticos en Venezuela ha descubierto la punta de un iceberg,
porque nada les impide a AI y HRW saltar a la palestra exhibiendo la
lista, que conocen muy bien, lo que no les hubiera costado nada y ganado
muchísimo.
Pero
no, guardan un hermético silencio, impermeable a los sutiles o recios
reclamos de los mismos presos políticos, sus familiares y amigos.
Diversas fuentes confirman que cada vez que se detiene a alguien
injustamente se mandan comunicaciones a AI y HRW, pero hasta ahora no
han hecho el mínimo gesto.
Su
dureza e insensibilidad se equipara a la de las dictaduras de Venezuela
y Cuba para quienes los presos políticos “no existen”, por lo que
imponen la necesidad de preguntarse si no estarán alineadas en la misma
agenda política revolucionaria, socialista, antiimperialista y
antisemita.
Es
imposible evitar la impresión de que la prisión política en Venezuela
cuenta con el aval, anuencia o consentimiento de AI y HRW y esta actitud
no puede tener sino una explicación ideológica.
Se
sabe que el negocio de los DDHH era una franquicia de la izquierda, por
eso se enredan para defender militares, policías, jueces y a quienes
consideran como gente “de derecha”.
EL CIUDADANO KEN
El
siguiente desconcierto consiste en descubrir cómo hemos podido ser tan
ciegos hasta el presente. Apuntando al azar salta de cualquier revista
del corazón que la jefa de AI, Kate Allen, ha sido la novia de Ken
Livingston, el alcalde de Londres, por más de 20 años y que hasta hace
poco celebraban sus aniversarios con vacaciones ¡en Cuba!
Ken
es conocido en Venezuela por el famoso convenio de combustible barato
para el transporte público de Londres a cambio de propaganda
personalista, lo que fue considerado inmoral por los mismos ingleses,
que no podían concebir cómo un país del quinto mundo podía estar
subsidiando a la ciudad más rica del primer mundo y más por orgullo
caballeresco que por compasión lo dejaron sin efecto.
Es
recordado por los londinenses declarando después de los atentados
islamistas del 7 de julio de 2005, precisamente contra el sistema del
transporte público. “Quiero decir una cosa: no fue un ataque contra el
poderoso o el fuerte, no tiene como objetivo al presidente o al primer
ministro, sino contra los londinenses ordinarios de la clase
trabajadora.” Con lo cual queda claro que si hubiera sido lo primero, el
crimen estaría justificado o le sería más comprensible.
“Ken
El Rojo”, fue calificado de antiamericano por el acoso tributario que
desplegó contra la embajada de los EEUU, no solo por ignorar la
inmunidad impositiva, que es universal, sino porque no se conoce del
mismo trato a las demás embajadas acreditadas en La City.
Últimamente
estaba preparando un costoso aquelarre para celebrar en Trafalgar
Square el 50 aniversario de la revolución cubana, pero antes de que eso
ocurriera, afortunadamente, los londinenses lo echaron del cargo, más
por ineptitud que por otros motivos; aunque nadie alcance a entender
porqué la metrópolis del imperio británico tendría que rendirle culto a
una tiranía militar decrépita de un pobre país para ellos completamente
subalterno.
Ken se deslizó de las páginas políticas de los diarios a las revistas del corazón, porque le han aparecido más hijos naturales que al presidente de Paraguay, no es de extrañar que pronto aterrice en las páginas rojas.
LA CIUDADANA KATE
Por
su parte, AI también ha dado mucho que hablar a la prensa
sensacionalista, por ejemplo, por la disputa entre Kate Allen y Gita
Sahgal por un hombre, Moazzam Begg, cabecilla de una organización de
defensa de los prisioneros de Guantánamo, dónde él mismo pasó una
temporada, quizás por causa de sus actividades humanitarias en
Afganistán.
Para
Gita Sahgal, defensora de los derechos de la mujer, con más de 30 años
de militancia en AI, la cercanía con la organización de Begg le hace un
daño irreparable a la reputación de AI, aún dejando de lado el hecho
ostensible de que sea una organización de fachada, sólo por tratarse de
una organización militante islámica fundamentalista, que ya se sabe cómo
tratan a las mujeres y qué lugar les reservan en la sociedad.
Los
ruegos de Gita jamás fueron contestados por la burocracia de AI y
cuando decidió hacer públicos sus puntos de vista, pues, simplemente la
botaron de AI, con todo y sus 30 años de militancia feminista.
Es
revelador que puestos en una balanza una militante influyente como Gita
Sahgal y un sospechoso de terrorismo, pero sin duda fundamentalista
islámico, como Moazzam Begg, el cálculo político de AI les haya hecho
optar por sacrificar a aquella por conservar a éste. Aquí es inevitable
recordar que AI recibe fondos de países árabes, principalmente de Arabia
Saudita.
Pero
este no es el único caso, ni el peor. Es mucho más antiguo e
ilustrativo el de Mumia Abu-Jamal, un militante de las Panteras Negras,
quien asesinó a un humilde agente de policía de Filadelfia, Danny
Faulkner.
Para
hacer breve un cuento largo, digamos que en la madrugada del 9 de
diciembre de 1981, el agente Faulkner detuvo el volkswagen de William
Cook, en un procedimiento rutinario. Apareció su hermano, Wesley Cook, y
le dio un tiro por la espalda al agente, que al desplomarse alcanzó a
responder rozándole la cara al atacante, pero éste le descerrajó toda la
carga del revólver, incluso con un tiro de gracia entre ceja y ceja.
Los
refuerzos, que ya estaban en camino, lograron detener a los hermanos
Cook en el mismo lugar de los hechos, recabaron el arma homicida, el
vehículo y todas las evidencias que quedaron en el lugar, incluso fotos y
testimonios de testigos.
Un
caso perfectamente claro que tomó un giro inesperado cuando Wesley
Cook, que adoptó el nombre de Mumia Abu-Jamal al convertirse en musulmán
negro y unirse a la organización radical “Black Panthers”, fue
condenado a muerte, por lo que lo erigieron en símbolo de lucha contra
un sistema opresor y racista.
AI
adoptó como propio el caso de Mumia Abu-Jamal, ha financiado películas
por encargo para darle propaganda, logrando el respaldo de estrellas de
Hollywood y para variar de Noam Chomsky, para colmo, el alcalde
socialista Bertrand Delanóc, en 2006, bautizó una calle de París con su
nombre, con apoyo entusiasta del Partido Comunista Francés.
Kate
Allen nunca manifiesta que Mumia sea inocente, se limita a pedir un
nuevo juicio, donde no se le pueda condenar a muerte y bajo supervisión
internacional, presumiblemente a satisfacción de AI. Un hecho curioso
pero no sorprendente es que su defensa se basa en un rechazo a la pena
de muerte en general, en cualquier tiempo y lugar, con lo que todas las
circunstancias particulares del caso de Mumia Abu-Jamal resultan
irrelevantes.
El
pequeño problema es que también resultarían irrelevantes las leyes del
Estado de Filadelfia, con lo que el tribunal está acorralado: no puede
ejecutar a Mumia porque es políticamente incorrecto; pero tampoco puede
liberarlo, porque es obviamente culpable.
Una
de las víctimas directas de esta situación bizarra es la viuda, Maureen
Faulkner, quien tenía 24 años de edad y apenas uno de casada cuando
Danny fue asesinado. Desde entonces su vida es un infierno, con el
añadido de ver al asesino de su esposo convertido en un ídolo mundial.
Gracias
a la diligencia de AI enfrenta con vértigo la perspectiva de un nuevo
juicio, no sólo por revivir aquellos amargos momentos, sino sufrir otra
vez los insultos, abucheos, escupitajos de turbas fanatizadas que
arremeten contra ella incomprensiblemente porque, al fin y al cabo, su
marido fue asesinado y no parece que ella tenga la culpa de eso; pero si
pretenden exaltar al asesino, parece lógico que tenga que oponerse.
Consideraciones
que ni siquiera por solidaridad femenina o simple compasión humana
pasan por la mente de la ciudadana Kate Allen, exactamente como en el
caso de las esposas e hijas de los presos políticos venezolanos.
ABORTO HUMANITARIO
Last but not least,
empujada por su agenda izquierdista AI se ha visto forzada a incurrir
en el absurdo de promover una campaña a favor del aborto, aunque es
presumible que lo hace por razones humanitarias, resulta difícil
establecer si se trata de la humanidad de las mujeres abortistas o de
los hijos que nunca serán.
En
otra rara operación de cálculo político, AI ha puesto en la balanza el
apoyo de numerosas organizaciones defensoras de los derechos humanos de
inspiración católica y de las mismas iglesias cristianas que se oponen a
este tipo de prácticas y asombrosamente ha decidido pagar el precio de
enajenarse su respaldo en aras de ser consistente con el discurso del
socialismo internacional, que se han vuelto partidario del aborto, la
eutanasia y los matrimonios gay.
La
señora Kate Allen argumenta a favor del aborto en caso de violación e
incesto, aunque no debe descartar los casos tradicionales de peligro
para la vida de la madre, inviabilidad del feto y el discutible caso de
malformaciones congénitas.
Es
verdaderamente extraño que haya elegido los dos primeros para su
campaña, porque se sabe que la violación depende del consentimiento en
la relación, por lo que resulta en muchos casos subjetiva y teóricamente
podría argumentarse incluso dentro del matrimonio.
El
incesto, aunque fuera objetivo, no vence al argumento de no ser
imputable al feto y no se ve porqué el hijo por venir tenga que pagar
las consecuencias de los errores, negligencia, imprevisión o insania
mental de quienes lo hayan procreado, conscientemente o no.
Estos
temas merecen ser tratados con más detenimiento en otro contexto, pero
sea suficiente lo dicho para concluir que quien se arrima al árbol del
socialismo, igualmente se arruina.
Luis Marín
05-12-10