Como si fueran pocos los manoplazas que el régimen le ha estado propinando a la República democrática, la Asamblea Nacional acaba de concretar una de las más graves violaciones a la Constitución. Al sancionar la reforma de la Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, ya de por sí de alto contenido inconstitucional, se termina de cerrar el círculo que, por una parte, liquida la fuerza armada dejando sin efecto las normas contenidas en los artículos 328 y siguientes de la Carta Magna y, por la otra define unas nuevas estructuras operativas que buscan la militarización irregular de la sociedad venezolana.
Uno de los principios fundamentales del régimen democrático es el sometimiento del poder militar a la autoridad civil. En esta reforma se invierten los términos y, en definitiva, se profundiza el proceso de sustitución de nuestros componentes militares por una sola fuerza al servicio del Presidente, brazo armado de su partido, ideologizada e integrada por una milicia mercenaria, verdaderamente paramilitar, a la cual podrán pertenecer venezolanos y extranjeros de acuerdo a los criterios de selección que se definan Así es que cubanos, iraníes, colombianos de las FARC o de cualquier otra organización subversiva, radicales palestinos, etc. y criollos reclutados obligatoriamente por el gobierno formarán cuerpos combatientes adiestrados por el Comando General de la Milicia Bolivariana y ayudarán a la defensa de la nación.
En definitiva, Hugo Chávez ordena la reforma basado en el ejército rojo soviético y fundamentalmente en la Fuerza Armada Revolucionaria cubana, como bien lo señala Teodoro Petkoff en reciente editorial del diario Tal Cual. Se “institucionaliza”, dándole rango constitucional, un brazo armado al servicio del sector gobernante en contra de la inmensa mayoría de la nación que es la población gobernada. En ese texto se identifica perfectamente al enemigo interior “que debe ser sometido, por la fuerza, si fuere necesario”. Esto no tiene nada de ingenuo. Se corresponde con el esquema totalitario en marcha que busca consolidarse para asegurar la permanencia de Chávez, por las buenas o por las malas.
Uno de los principios fundamentales del régimen democrático es el sometimiento del poder militar a la autoridad civil. En esta reforma se invierten los términos y, en definitiva, se profundiza el proceso de sustitución de nuestros componentes militares por una sola fuerza al servicio del Presidente, brazo armado de su partido, ideologizada e integrada por una milicia mercenaria, verdaderamente paramilitar, a la cual podrán pertenecer venezolanos y extranjeros de acuerdo a los criterios de selección que se definan Así es que cubanos, iraníes, colombianos de las FARC o de cualquier otra organización subversiva, radicales palestinos, etc. y criollos reclutados obligatoriamente por el gobierno formarán cuerpos combatientes adiestrados por el Comando General de la Milicia Bolivariana y ayudarán a la defensa de la nación.
En definitiva, Hugo Chávez ordena la reforma basado en el ejército rojo soviético y fundamentalmente en la Fuerza Armada Revolucionaria cubana, como bien lo señala Teodoro Petkoff en reciente editorial del diario Tal Cual. Se “institucionaliza”, dándole rango constitucional, un brazo armado al servicio del sector gobernante en contra de la inmensa mayoría de la nación que es la población gobernada. En ese texto se identifica perfectamente al enemigo interior “que debe ser sometido, por la fuerza, si fuere necesario”. Esto no tiene nada de ingenuo. Se corresponde con el esquema totalitario en marcha que busca consolidarse para asegurar la permanencia de Chávez, por las buenas o por las malas.
Adiós al otrora glorioso “ejercito libertador”, a la aviación militar, a la armada y a la guardia nacional. En sus cuadros se fueron solapando los factores de distorsión que, finalmente, asumen el monopolio de la violencia y de las armas. Paramilitarismo auténtico. Este es el verdadero significado de la llamada milicia bolivariana.
Para la sociedad democrática se presenta una coyuntura difícil. Ahora queda más desguarnecida que nunca. Sola, indefensa y amenazada por conocidos factores ideológicos y políticos contrarios a sus convicciones. Peligran, como nunca antes, tanto la soberanía como la integridad territorial. La inseguridad es asumida como política de estado. Tenemos la obligación de enfrentarla. Ojala el liderazgo político de la Venezuela democrática asuma la responsabilidad que le toca.
Para la sociedad democrática se presenta una coyuntura difícil. Ahora queda más desguarnecida que nunca. Sola, indefensa y amenazada por conocidos factores ideológicos y políticos contrarios a sus convicciones. Peligran, como nunca antes, tanto la soberanía como la integridad territorial. La inseguridad es asumida como política de estado. Tenemos la obligación de enfrentarla. Ojala el liderazgo político de la Venezuela democrática asuma la responsabilidad que le toca.
Fuente: EL REPUBLICANO