Sesquipedalia
Por: Humberto Seijas Pittaluga
Sin escrúpulos ni vergüenza
Así
será la campaña que adelantarán a partir de hoy los rojos en su afán de
perpetuarse en el poder. O sea, que actuarán igualito que como lo han
estado haciendo durante estos larguísimos catorce años de irrespetos a
la Constitución y las leyes y, lo que es más importante, a la gente.
Catorce que ellos aspiran llevar a veinte en otra avanzada hacia la
eternización del desmadre legal, económico y moral que ellos propician.
Escribí
el párrafo anterior y ahora me doy cuenta de que falla en dos aspectos.
Primero, no es a partir de hoy que ellos comienzan la campaña; tienen
aaaaños en eso de tratar de convencernos que tenemos que vivir en lo que
ellos juran que es socialismo y no pasa de ser una descarada ambición
de poder con visos fascistoides y puntadas comunistas. Y segundo, no son
catorce los años: ya son veinte desde la primera manifestación —el
cuatro de febrero— de desprecio a la Constitución, a lo legal y a la
voluntad de los ciudadanos. Son muchos más si se cuenta desde el momento
en que empezaron a conspirar desde dentro de las Fuerzas Armadas,
violentando el juramento que una vez hicieron. Y muchísimos más si, como
sospechamos bastantes en el país, el hegemón ingresó en la Academia
Militar por instrucciones del Partido Comunista, quien cada año desde la
década de los cincuenta había logrado infiltrar en esa institución a
por lo menos uno de sus afiliados cada año.
En
fin, que a partir del inicio legal (insisto en lo de legal porque
ilegalmente ya se sabe cuánto han hecho) seguiremos viendo las tropelías
de todo orden que cometen con descaro desde el mismo inicio de este
desgobierno sus detentadores. Tropelías, arbitrariedades, iniquidades,
desmanes —llámenlas como quieran— llevadas a cabo por centenares de
ignaros plenos de mala intención, dirigidas por la batuta de un tipo que
no sabe de música, mucho menos de gobierno, sobre una partitura escrita
por un extranjero lleno de malicia que hala la brasa para su sardina a
fin de matarle el hambre a la misma gente a la que subyugó hace más de
medio siglo.
Es
esa descarada falta de escrúpulos, sumada a la desvergüenza que los
caracteriza, la que hace que pongan en negro sobre blanco —como lo
denunció la sin par Charito Rojas el miércoles pasado— lo que intentan
hacer con los fondos públicos para “ayudar” a su querido jefe en su
empeño de seguir en la macolla, regalando lo que es de todos nosotros,
que todos ayudamos a formar, y él cree que es suyo. Por eso, sin rubor
alguno, declaran que “53.565 brigadistas en 3.571 brigadas socialistas
de trabajo (…) recibirán salario mínimo por parte del Ministerio de las
Comunas”. Y que también se hará "transferencia de recursos
a las salas de batalla social”. Eso
son solo dos perlas entresacadas del fulano “Plan Batalla de Carabobo”
pero hay mucho más. Todo ello pone a funcionarios públicos a
desviar parte del presupuesto nacional para financiar una campaña
partidista. Por eso —cito el colofón de lo dicho por Charito—, “el
candidato Chávez y todos los funcionarios públicos están incursos en
delitos electorales al utilizar la cosa pública para sus fines
electorales. Los cálculos estiman que esta campaña está costando
alrededor de 2.500 millones de dólares. Y vienen del tesoro nacional.
¿Qué dice el CNE de esto?” ¡Pues nada Charito, pues nada! Porque las
cuatro directoras que hacen mayoría obedecen la voz del amo.
Como
lo hacen, también con absoluta desfachatez e inescrupulosidad, los del
Tribunal de la Suprema Injusticia, al quitarle a los líderes naturales
del PPT y Podemos las siglas de esos partidos para dárselas a algunos
tan desprestigiados y rastacueros como Didalco y el otro. Como
igualmente lo hace con cinismo y descomedimiento la rubia oxigenada del
Ministerio Impúdico cuando deja de lado lo que tipifica el código y
declara que no se puede abrir una averiguación por lo dicho por sus
colegas—y, presumiblemente, viejos cómplices—, huidos del país, porque
no denunciaron los hechos en Venezuela. Como lo hacen con insolencia y
petulancia las focas del dizque parlamento cuando niegan con su mayoría
espuria las
solicitudes de averiguaciones de corrupción que se hacen desde la
bancada opositora.
Pero,
un viejo refrán que nos viene desde los romanos nos explica que por más
negra que esté la nube, siempre tiene los bordes plateados. Hay pie
para la esperanza. Porque esas jugarretas con los dineros públicos, esas
marranadas leguleyas, esas vivezas pendejas, lo que hacen es aumentar
en la población venezolana la certeza (que ya tiene) de que deben apelar
a ese tipo de trastadas viles porque se saben perdidos. Quieren ganar
en la mesa técnica, ya comprados los árbitros, tratando de anular un
partido en el minuto 89 después de haber recibido una goleada 5-0…
REMISIÓN: Germán Guillén