Thu, 25 Oct 2012 18:28:52 -0400
DETRÁS DE LA CRUZ
Vinicio Guerrero Méndez
“No podéis hacer daño a un hombre bueno.” Sócrates
Un viernes de acuerdo con la historia condenaron a morir a un hombre.
Lo clavaron en una cruz y allí murió no sin antes pronunciar algunas palabras
suplicando perdón para quienes lo habían condenado, humillado y mancillado.
Después de muerto lo enterraron y en la abertura de la tumba rodaron una
piedra.
El domingo muy de mañana una
amiga suya de nombre Maria Magdalena que había venido a llorar junto al sepulcro
encontró que la piedra había sido rodada y la tumba estaba vacía.
Inmediatamente corrió hacia un hombre
que tomó como el jardinero del lugar. El hombre le dijo: “Mujer ¿porque
lloras?” Ella volviéndose a mirarle, ¡reconoció a Jesús crucificado! Desde
entonces el mundo ha debatido sobre esta maravilla.
La maravilla no es que
resucitara. Lo asombroso es que el mundo pudiera tenerlo en la tumba aún por
tres días. Jesús no podía estar mucho tiempo más allí simplemente porque la
verdad no puede permanecer en una tumba; ni hay tumba que la sepulte.
Jesús es el hombre perfecto.
Nunca se refirió asimismo como el hijo de Dios sino siempre como el hijo del
hombre. El es la perfección humana que aspiramos ser. El que nos dijo, que lo
que él hizo, lo haremos nosotros también y mayores obras que estas haremos.
También dijo que el hombre perfecto no puede ser muerto y si muere, vivirá otra
vez.
Hoy después de dos mil años
y mientras escribo este artículo hago una pausa y voy a mi cuarto en busca de
esa imagen del hombre perfecto y lo observo mirándonos con infinita compasión.
He visto con más certeza en sus ojos el reflejo del amor y la verdad. ¿No hemos
mirado desde entonces a través de cada generación este tierno rostro cada vez
más cerca de la perfección?
Este hombre nos está
mostrando en su rostro la alta realidad. Nos está afirmando la victoria del
bien sobre el mal. Te está diciendo que el bien está ahora más activo que
antes. No importa lo que las apariencias pueden indicar para engañarnos a los
que trabajan para el bien. Detrás de la cruz está la verdad que no puede
ver el mal.
Puede que no siempre veamos el bien,
pero está ahí y todo el mal que haya no puede afectarlo. Toda la oscuridad del
mundo no puede apagar la luz de una pequeña vela, pero una pequeña vela si
puede alumbrar a un mundo o un corazón en tinieblas. La sombra que vemos en la
cruz tiene su luz atrás. El sol poniente es el reverso del sol naciente. Al
otro lado de la crucifixión está la resurrección.
Hoy vemos mucha brutalidad
pero en realidad lo que esta creciendo es el amor. Ignorancia pero es la
inteligencia creciendo. Sufrimiento pero es gozo. Hay resistencia pero es
nuestro poder de acción constructiva la que crece. No lo puedes entender pero
no es el mal el que crece cada día, es el bien. Aunque no lo creas nos estamos
transformando en el hombre perfecto. Aún hay muchas cruces pero es necesario
que el mal no lo advierta.
El hombre perfecto está en
todos nosotros. Los seres humanos más depravados lo sienten. Un criminal
vicioso trata de justificarse porque sabe que tiene en él al hombre perfecto y
trata de excusarse de lo que hace a la luz de su potencial perfección. Por eso
nos sentimos incómodos, frustrados, culpables porque todos sentimos que estamos
hechos para la perfección.
Es por eso también que
anhelamos, luchamos, esperamos y persistimos. Es por eso que no permitimos que
hechos y fracasos nos impidan levantarnos y empezar de nuevo porque el hombre perfecto está en nosotros.
Muchas veces hemos escuchado
a ese hombre perfecto urgirnos a tener fe, a vivir, a amar y muchas veces por
solo treinta monedas de plata lo hemos besado y traicionado.
¡La
oración! No la dejes nunca por nada. Ella da brillo a tus ojos, ardor a tu
corazón, fuerza a tu voluntad. Persevera todos los días, sin desistir y Dios te
escuchará.
Afectuosamente,
Imperfecto.