Una
errática política exterior (I)
Fernando
Ochoa Antich.
Criticar, con seriedad y
responsabilidad, una política exterior de
un determinado gobierno de
ninguna manera puede considerarse traición a la Patria como, con gran
ligereza, señaló Nicolás Maduro en su discurso en el parlamento nacional.
Lamentablemente, durante los gobiernos de Hugo Chávez y el actual de Nicolás
Maduro se han cometido tal cantidad de errores en la defensa de nuestros
intereses vitales como Nación que es imposible guardar silencio. Hacerlo, sería
incumplir nuestras obligaciones con Venezuela. De todas maneras, la oposición
democrática debe respaldar toda posición acertada que tome el gobierno nacional
en defensa de nuestros derechos territoriales en la Zona en reclamación y hacer
escuchar su voz ante los permanentes errores de este gobierno que comprometen
gravemente nuestra soberanía. Lo que no
se puede aceptar es que Nicolás Maduro utilice el sentimiento patriótico de
nuestro pueblo para tratar de ganar las
elecciones parlamentarias del mes de diciembre.
Los
venezolanos estamos plenamente convencidos de los derechos que le asisten a
nuestro país en su reclamación en el
Esequibo. También reconocemos el
patriótico esfuerzo que hizo Rómulo Betancourt
y su canciller Marcos Falcón Briceño para lograr la firma del Acuerdo de
Ginebra. A partir de ese momento, todos los gobiernos democráticos respetaron
una política de Estado que consistía en ratificar la vigencia del Acuerdo de
Ginebra y no reconocer ninguna concesión en el territorio Esequibo. Además, se mantuvo un permanente patrullaje
de la Armada en nuestras áreas marinas. Comparemos esa responsable política con
las ligeras actuaciones de los gobiernos revolucionarios. Hugo Chávez, sostuvo, en el año 2004, que: “Venezuela no
se opone a ningún proyecto de desarrollo en el Esequibo, autorizado
unilateralmente por Guyana, si beneficia a su pueblo”, y, en el año 2007;
mantuvo: “Venezuela inició la reclamación del Esequibo por presiones de los
Estados Unidos para desestabilizar el gobierno comunista de Chaddy Jagan”, sin valorar que esas palabras
comprometían gravemente la reclamación de Venezuela,
Esta
misma posición de debilidad y entreguismo la mantuvo Nicolás Maduro en sus
tiempos de canciller y en sus primeros años de ejercicio presidencial. Sólo con
recordar la actitud displicente que asumió, en el año 2009, al recibir un
delicado informe de nuestro embajador en Guyana Darío Morandi que sostenía: “al
revisar el mapa anexo queda evidente que con esta acción Guyana le
cerraría a Venezuela su salida al
Atlántico, lo cual sería estratégicamente
inconveniente, además de los perjuicios económicos que representaría para
nuestro país perder el acceso a los recursos marítimos y petroleros”. Ese
informe se originó al recibir oficialmente nuestra embajada, el 15 de mayo de
2009, la solicitud que hizo Guyana ante las Naciones Unidas de una ampliación
de su plataforma continental a 150 millas, en la cual mantuvo que “no había
disputas territoriales en la región” desconociendo el Acuerdo de Ginebra y
nuestra reclamación. Venezuela, sólo respondió, el 9 de marzo de 2012, en carta
al Secretario General, después que Guyana había solicitado, en el año 2011, una
nueva ampliación de su plataforma continental a 350 millas.
El
colmo fue que Nicolás Maduro visitó
oficialmente a Guyana, el 31 de agosto
de 2013, con la finalidad de reunirse con el anterior presidente Donald Ratomar
para revisar las relaciones entre ambos países. En ese año, Guyana había
entregado concesiones a las transnacionales petroleras Anadarko, Esso y Shell
frente a la zona en reclamación.
Sorprendentemente, ni en el discurso de Nicolás Maduro ni en el
comunicado final se dice ni una sola palabra sobre los delicados asuntos que
estaban ocurriendo ni utiliza los argumentos que la cancillería había planteado
en su carta al Secretario General de las Naciones Unidas. Era
imprescindible rechazar con firmeza esos
hechos para evitar que se creara la figura del
Stoppel, mediante el cual el silencio en ciertas circunstancias genera
una aquiescencia que produce derechos. Lamentablemente, estos hechos ocurrieron. No cabe duda, que los graves
errores en la conducción de nuestra política exterior generaron en el gobierno
de Guyana el convencimiento de que los gobierno chavistas no estaban realmente
interesados en la solución de la controversia.
Ahora,
el gobierno de Nicolás Maduro cambia sorprendentemente de posición al pasar de
un entreguismo inaceptable a un radicalismo patriotero. El decreto 1787, en el
cual se crea la Zona de Defensa Integral de la Fachada Atlántica, era la necesaria
respuesta ante la provocativa e intransigente posición mantenida tanto por
el anterior como por el actual gobierno de Guyana. Eso sí, dicho decreto tenía
que ser estudiado con gran acuciosidad por expertos en el tema para no cometer
ningún error. Era un decreto firmado, nada más ni nada menos, que por el propio
presidente de la República. Sorprendentemente, fue redactado con tantos errores
que fue necesario modificarlo, a los pocos días, por un supuesto error de
copia. La nueva versión del decreto, aparecida el 8 de junio de 2015, tras
indicar las mismas coordenadas dejó sin efecto tres de los cuatro puntos que se
requerían, de manera obligatoria, para la delimitación, comprometiendo
totalmente la creación de la Zona de Defensa Integral Atlántica.
También hubo que modificar la Zona de Defensa Integral Occidental ante la nota
de protesta de Colombia. En conclusión, una errática política exterior…
Caracas 12 de julio de 2015.
@FOchoaAntich.