César Guillén Citterio
EL COMUNISMO, RAICES DE UN FRACASO. (6)
La
revolución francesa, es el primer intento políticamente concreto del hombre de
ensayar una nueva forma de conducir a las sociedades, aplicando los principios
que se tenían por ciertos y que resolverían para siempre esos males sociales
que le habían perturbado desde siempre. No fue así.
A la
cabeza de ellos marchó aquel hombre de una inteligencia extraordinaria como lo
fue Maximiliano Robespierre, este era un ser excepcional pero con las mismas
debilidades de cualquier ser humano.
Va a
convertir aquel acto de justicia, en un modelo de terror, de improvisación, de
abuso de autoridad y de un innecesario baño de sangre, que degenerará en un
modelo igual o peor que la del derrocado antiguo régimen. (Esto se repetirá en
todas las revoluciones comunistas venideras)
Este
primer intento de igualdad y justicia social, termina desmoronándose desde sus
entrañas mismas, sin que ningún factor externo participe directamente en ello.
Terminará siendo carcomido por los más conocidos y antiguos enemigos de la
naturaleza humana, y que no conocen raza, ideología, credo o condición social: El egoísmo, la ambición y el afán del poder.
Estos
enemigos internos del ser humano, aparecerán de nuevo en nuestra historia tantas
veces salgan los predestinados a hablar de la igualdad, de la justicia social y
de la libertad. Aparecerán cada vez que la forma pendulante que tiene la vida
política de las sociedades como es la de ir y venir, no se detenga tras
agotarse el modelo político de turno.
Al final de cuentas, el papel histórico concreto de la revolución francesa, fue el de
asegurar, por la destrucción del sistema económico feudal, la transición hacia
la sociedad capitalista, ya que en lo político solo engendró la dictadura
totalitaria de Napoleón Bonaparte. Nada más.
"Adhuc Stantes"