Una
vergüenza llamada Chavismo (y III)
José Vicente
Carrasquero A.
Esta
es la última entrega de este tema. No porque se haya agotado sino porque hay
muchos otros asuntos que merecen nuestra atención. Además, la vigencia del
aspecto que estamos tratando se evidencia cada día con mayor dolor y tristeza.
El
gobierno de Maduro, que llega al poder después de haber escondido la verdadera
situación de salud de Hugo Chávez y habiendo mentido descaradamente sobre
reuniones, instrucciones y hasta nombramientos, hace caso omiso de todos los
indicadores económicos y sociales que anunciaban hace más de cuatro años el
cataclismo que nos esperaba si no se tomaban correctivos para enfrentar la
época de las vacas flacas.
La
historia reciente de Venezuela demuestra que el chavismo nunca tuvo un
compromiso real con la democracia. Usaron las elecciones para implantar el
modelo autoritario e interventor de las libertades ciudadanas que pensaron imponer
en los tiempos de los fallidos golpes de estado de 1992. El fracaso de esas bufas
operaciones militares fueron para mí suficiente indicador de la pésima gestión
que tendríamos que sufrir los venezolanos con estos individuos en el poder.
La
vergüenza es máxima cuando vemos como aquel espejismo que juraba vengar a los
excluidos y convertir Venezuela en un país desarrollado ha devenido en una
vulgar dictadura de república bananera propia de mediados de la segunda mitad
del siglo veinte.
Es
así como en Venezuela se persigue a venezolanos por expresarse en las redes
sociales. Un gobierno en cuyo discurrir se han sucedido tantos asesinatos que
compite con las víctimas del conflicto armado de Colombia, se permite hablar de
promoción de terrorismo por medio del uso de las herramientas de internet.
Persecución absurda dirigida por aquel genio que pidió que le creyeran que
gracias a su modelo cuantitativo-cualitativo la criminalidad estaba
disminuyendo.
Una
vergonzosa dictadura que crea casos para poner opositores tras las rejas. Le
siembran drogas a unos y armas a otros. Hay quien es acusado de legitimación de
capitales porque se le encontró un dinero que nunca fue mostrado a la prensa.
Miserable gobierno que para mantenerse aferrado al poder hacer sufrir madres,
padres, esposas e hijos inocentes que tienen que ver a sus parientes padecer en
las cárceles.
Esta
vergüenza llamada Chavismo cuenta con un montón de seguidores que se quejaban
de la tortura de los antiguos cuerpos policiales pero no abren la boca en
contra de lo que la policía política del régimen hace contra líderes políticos
y otras muchas personas inocentes que languidecen en las mazmorras porque al
dictador de turno así lo desea.
Oprobiosa
dictadura que se convierte en el verdadero legado de un histrión que tiró al
basurero de la historia la más brillante oportunidad de desarrollo sustentado
por una riqueza petrolera de tal magnitud, que nos hubiese permitido instaurar
un modelo económico que nos hiciese invulnerables a los vaivenes de los precios
de las materias primas. En todo caso, era mucho pedir para un militar de
deficiente formación y con muy limitada capacidad para entender las
complejidades de manejar un estado moderno.
Esta
vergüenza llamada Chavismo hace que proyectemos ante el mundo una imagen de
menesterosos empobrecidos en los límites de la ruina. Un
reciente artículo del New York Times sobre enfermos mentales en Venezuela
desgarra el corazón y obliga a preguntar por el papel que juega el defensor del
pueblo (en minúsculas) y todo ese aparataje de derechos que creo la
Constitución de 1999 para al final no ser tomados en cuenta por la dictadura
bananera.
Clama
ante los ojos de Dios la situación de los niños enfermos de cáncer, los que
mueren por desnutrición, los que fallecen víctima de enfermedades ya
erradicadas en el pasado como la difteria, ancianos que padecen hambre y no
tienen acceso a las medicinas para tratar las enfermedades propias de la edad.
Un gobierno democrático y preocupado estaría tomando medidas para subsanar la
situación. La vergonzante dictadura chavista hace caso omiso, ni siquiera, para
hacer creer, cambia a la ministra de la salud y peor aún, cierra las puertas a
la ayuda humanitaria ofrecida desde el extranjero.
La
vergüenza llamada Chavismo omite la verdad sobre el peor manejo de la economía
de todos los tiempos. Aristóbulo confesó que el sistema cambiario se mantiene
como mecanismo de control político. Y agregamos, como medio de enriquecimiento
de todos aquellos que se aprovecharon de su cercanía al poder para hacerse de
riquezas que a empresarios honrados les tomaría varías vidas poder acumular. La
única guerra económica que existe en Venezuela es la auto infligida por la
ignorancia de quienes no se atreven a acabar con el entramado de controles que
beneficia y enriquece a los cercanos al poder mientras que condena al hambre y
a la miseria a millones de venezolanos.
No
deja de llamar la atención el imponente aparato represivo que muestra la
dictadura chavista cuando la oposición anuncia una manifestación. Nuevamente
una pregunta: ¿por qué si contamos con tantos policías y armamento, el hampa
controla casi la totalidad del país? ¿Le conviene a la vergüenza llamada
Chavismo tener a la ciudadanía sometida a los designios de la delincuencia?
El
legado de Chávez no tardó en manifestarse en esta vergüenza que sufrimos los
venezolanos día a día. El venezolano está entre los ciudadanos más pobres del
hemisferio. Entre los que menos libertades sociales, políticas y económicas
disfruta. La distancia entre el sueño expresado en la Constitución y la
realidad que padecemos se mide en años luz.
La
historia no tendrá compasión con una persona que sembró el odio entre los
venezolanos como mecanismo de dominación. Con quien dilapido la mayor riqueza
recibida en cualquier período de la historia. Quien dejó en el poder a una
cúpula putrefacta y corrupta que deja en pañales a cualquier actor político
criticable de nuestro pasado.
La
responsabilidad histórica de lo que nos acontece es de Hugo Rafael Chávez Frías
y la historia sabrá ponerlo en el lugar que se merece.