ANDRÉS ELOY… LO LOGRÓ
--Y DIOS LE DIJO A ANDRÉS ELOY, A TI YO TE CONOZCO, DE VENEZUELA TÙ ERES, ESCRIBISTES UNOS VERSOS, BIEN LOS RECUERDOS:
POR LA ESQUINA DE MIRACIELOS, EN SUS MÍERCOLES DE DOLOR, EL NAZARENO DE SAN PABLO PASABA SIEMPRE EN PROCESIÓN.
Y LLEGÓ EL AÑO DE LA PESTE; MORÍA EL PUEBLO BAJO EL SOL; CON SU CORTEJO DE ENLUTADOS PASABA AL TROTE ALGÚN DOCTOR, Y EN UN HARTAZGO DILATABA SU PUERTA <LOS HIJOS DE DIOS>.
Y PASÓ EL DOMINGO DE RAMOS, Y FUE EL MIÉRCOLES DEL DOLOR CUANDO, APESTADA Y SOLLOZANTE, LA MUCHEDUMBRE EN ORACIÓN, DESDE EL CLAUSTRO DE SAN FELIPE HASTA SAN PABLO SE AGOLPÓ.
EN LA ESQUINA DE MIRACIELOS HUBO UNA BREVE OSCILACIÓN; LOS PORTADORES DE LAS ANDAS SE DETUVIERON; MONSEÑOR EL ARZOBISPO ALZÓ LOS OJOS HACIA LA CRUZ; LA CRUZ DE DIOS, AL PASAR BAJO EL LIMONERO, ENTRE SUS GAJOS SE ENREDÓ. SOBRE LA FRENTE DEL MESÍAS HUBO UN REBOTE DE FERVOR, Y ENTRE SU RIZO TEMBLÓ EL ORO AMARILLO DE LA SAZÓN.
DE LO PROFUNDO DEL CORTEJO PARTIÓ LA FLECHA DE UNA VOZ: <¡MILAGRO! ¡ES BÁLSAMO CRISTIANOS, EL LIMONERO DEL SEÑOR!> Y VEINTE MANOS ARRANCABAN LA COSECHA DE CURACIÓN QUE EN LA ESQUINA DE MIRACIELOS DE LOS CIELOS ENVIABA DIOS. Y SE CURARON LOS PESTOSOS BEBIENDO AL ÁCIDO LICOR CON AGUA CLARA DE CATUCHE ENTRE ORACIÓN Y ORACIÓN.
--TIENE MEMORIA, MI DIOS, GRACIAS POR SU BENDICIÓN, LE DIJO ANDRÉS ELOY. USTED SALVÓ A VENEZUELA DE UNA EPIDEMIA MAYOR. DESDE ENTONCES, AL NAZARENO DE SAN PABLO, EL PUEBLO VENEZOLANO, LO RECUERDA, COMO AGRADECIMIENTO Y CON MUCHA DEVOCIÓN, TODOS LOS AÑOS, EL MIÉRCOLES DEL DOLOR QUE ANTECEDE AL JUEVES SANTO.
-- QUE TE TRAE POR AQUÍ, ANDRÉS ELOY.
-- VOY AL GRANO, MI SEÑOR. LOS VENEZOLANOS ESTÁN SUFRIENDO UNA EPIDEMIA PEOR, APOYADOS POR EL DIABLO, EL COMUNISMO LLEGÓ. 20 AÑOS DE DESGRACIA, QUE A MÁS DE 2 MILLONES LOS OBLIGÓ A EMIGRAR. LO PEOR ES QUE SON LOS HIJOS, QUE SU PATRIA CRIÓ Y LOS PADRES SOBREVIVEN CON PENSIONES DE DOLOR. AQUÍ ME ACOMPAÑA UN VENEZOLANO, QUE DE LA TRAMPAJAULA ESCAPÓ, Y QUIERE QUE USTED LO OIGA.
-- BIENVENIDO SEAS, ESTA ES TU CASA. SOY TODO OÍDO PARA TI.
-- SANTO DIOS, ESTOY CANSADO, DEJÉ LA PIEL EN LAS ZARZAS, TENGO SANGRADAS LAS MANOS, TENGO SANGRADAS LAS PLANTAS; EN CADA PIEDRA CALIENTE DEJÉ UN RETAZO DEL ALMA; TENGO HAMBRE, TENGO FIEBRE , TENGO SED…, LA VIDA ES MALA…,
-Y LE CONTESTÓ DIOS:
-- PASA.
DIJO EL VENEZOLANO A DIOS EN EL PATIO DE SU CASA:
-- SANTO DIOS, ESTOY CANSADO, TENGO SED, LA VIDA ES MALA; YA NO ME QUEDA UNA SENDA DONDE NO ENCUENTRE UNA ZARZA. HILA UNA VENDA, MI DIOS, HILA UNA VENDA TAN LARGA QUE NO TE QUEDE MÁS LINO; PONME LA VENDA EN LA CARA, CÚBREME TANTO LOS OJOS QUE YA NO PUEDA VER NADA, QUE NO SE VEA EN LA NOCHE NI UN RAYO DE VIDA MALA.
Y LE CONTESTÓ, DIOS:
-- AGUARDA.
HALÓ TANTO DIOS, QUE LAS MANOS LE SANGRABAN. Y SE PINTABA DE SANGRE LA LARGA VENDA QUE HILABA. YA NO LE QUEDÓ MÁS LINO, Y LA VENDA ROJA Y BLANCA PUSO EN LOS OJOS DEL HOMBRE, QUE YA NO PUDO VER NADA… PERO DESPUÉS DE UNOS DÍAS, EL HOMBRE LE PREGUNTABA:
-- DÓNDE TE FUISTE, MI DIOS, QUE NI SIQUIERA ME HABLAS? ¿QUÉ HACÍAS EN ESTOS DÍAS, QUÉ HACÍAS Y DÓNDE ESTABAS?
Y LE CONTESTÓ DIOS:
-- HILABA.
Y UN DÍA VIO DIOS, QUE EL HOMBRE CIEGO LLORABA; YA ESTABA LA ESPESA VENDA, ATRAVESADA DE LÁGRIMAS; UNA GOTA CRISTALINA DE CADA OJO MANABA.
Y EL VENZOLANO DIJO:
-- DIOS. ¡TE ESTOY MIRANDO A LA CARA! ¡QUÉ BIEN SE VE TODO EL MUNDO POR EL CRISTAL DE LAS LÁGRIMAS. LOS CAMINOS ESTÁN FRESCOS, LOS CAMPOS VERDES DEL AGUA; HAY UN IRIS EN LAS COSAS QUE ME LAS LLENA DE GRACIA. LA VIDA ES BUENA, MI DIOS, LA VIDA NO TIENE ZARZAS; ¡QUÍTAME LA LARGA VENDA QUE ME PUSISTE EN LA CARA¡
Y DIOS LE QUITÓ LA VENDA, Y EL VENEZOLANO LLORABA, Y SE DETUVIERON MIRANDO POR EL CRISTAL DE LAS LAGRIMAS Y EL AMOR, ENTRE SUS OJOS, HILABA.
ANDRÉS ELOY Y EL VENEZOLANO, ABRAZADOS, SE DESPIDIERON DE DIOS, QUIEN LOS BENDIJO, DICIÉNDOLE AL VENEZOLANO:
-- DÍGALE A SUS COMPATRIOTAS, QUE LO ACOMPAÑEN EN SU CAMINO. LA PAZ, PRONTO SERÁ PARA TODOS.
DANIEL E. CHALBAUD LANGE.
VALENCIA. 01.02.2020
Fuente: REPERTORIO POÉTICO DE LUIS EDGARDO RAMÍREZ. Impreso en EOSGRAF. S. A. MADRID. EPAÑA. AGOSTO 1970. Versos de Andrés Eloy Blanco. a. EL LIMONERO DEL SEÑOR. Pág. 114. LA HILANDERA. Pág. 135.