El culpable es Iván Duque
Enrique Meléndez
Yo me pregunto: cómo se
sentirá Nicolás Maduro de fresco, cada vez que culpa al otro de sus fallas u
omisiones, como en este caso del incendio, que
se registró en la refinería de El Cardón, y del que vino a pagar el peo,
como decimos en criollo, el presidente colombiano Iván Duque. He allí la
vagancia no de aquél, sino de éste. Porque, no tiene lógica el hecho, de que el
primer magistrado del vecino país, se ponga a sabotearle la gestión de gobierno
a su homólogo; cuando, por lo demás, no se trata de la gestión más exitosa, que
hayamos visto en lo que va de siglo en la región sudamericana, como para
generar eso que hace ver Maduro, que mueve al presidente Duque a actuar de ese
modo: la envidia; un hombre que, entre otras cosas, está saliendo de la
presidencia de su país.
Incluso, resulta infantil
ese argumento; partiendo de la circunstancia, de que él sabe que nadie le va a
creer ese alegato, a propósito de un hecho demasiado grave, que se ha suscitado
en nuestra industria petrolera; como ha sido dicho incendio; algo que no solía
ocurrir en los tiempos de
Entonces se decía que a
esa empresa le sobraba personal; siguiendo así una especie, que corría en la
opinión pública venezolana; emanada de la politiquería comunista; un sector lleno
de envidia, a propósito de la política de la meritocracia, con la que se
manejaba nuestra industria petrolera, y que había dado lugar a que ésta se
colocara en tal posición, repito, en el mundo petrolero, y por medio de la cual
se decía que allí existía una doble nómina. Recuerdo que Chávez citó una vez un
artículo de Tobías Nóbrega publicado en el semanario Quinto Día; donde éste
calificaba a Pdvsa como una “caja negra”. He allí uno de los rasgos de esa
ignorancia delirante, con la que llega Chávez a Miraflores; además de la
cantidad de prejuicios, que arrastraba; sobre todo, por ser un hombre muy
alejado de las circunstancias políticas de ese entonces; a quien ni siquiera le
pasaba por la cabeza, cómo había sido constituida dicha empresa, y lo que representaba
para ese momento, como activo del país; mejor dicho: en tanto que “gallina de
los huevos de oro”; con el ingrediente del igualitarismo hacia abajo, que lo
caracterizaba, de modo que se permitía tratar de tú a tú a ese grupo de
gerentes que, según sus palabras, formaban parte de la nómina mayor:
-¡Juan Fernández, fuera!
–sonaba el pito-, gracias por tus servicios. ¡Horacio Medina, fuera!, gracias
por tus servicios…-, gente muy calificada desde el punto de vista de su
trayectoria académica y profesional, y así, sucesivamente, iba nombrando
gerente tras gerente, y que en su boca traslucía que estábamos en un país
parroquiano; propio de aquella época, cuando existía un Pedro Carujo, que se
permitía decir que el mundo es de los valientes, y no de los justos, y que se
lo mete en un bolsillo, valga la metáfora, como se metía Chávez a Pdvsa a
partir de ese momento. ¿Repetir la famosa máxima del Libertador, de que un
pueblo ignorante es víctima de su propia destrucción, es mencionar la soga en
la casa del ahorcado?
No hay peor tragedia para
un pueblo, que cuando alguien se erige en el baluarte de un proceso político;
lo que da paso al culto de la personalidad, esto lo digo, porque el ego de
Chávez estaba tan por encima de la realidad, que le impedía ver, que se estaba
sacudiendo doscientos años de experticia en materia de producción petrolera, y
que era lo que impedía que fuera excepcional que un incendio se produjera.
Pero hay algo más
perverso en esa intención de Maduro, de arrastrar al presidente Duque, en lo
que se refiere a su ineficiencia, como mandatario, y es que minimiza lo del incendio
de la refinería de Cardón; que ocurrió el día sábado 21, y exalta el supuesto
ataque a la refinería de El Palito, y para ser más pletórico agrega que,
asimismo, éste le lanzó dos más a los sistemas operativos del Complejo
Hidroeléctrico de El Guri. He allí lo que uno conocería como la banalización de
una mala gestión de gobierno, y que se resume en esa falacia. Por eso digo, que
debe sentir una gran frescura, cada vez que viene con una de estas salidas, y
es por eso que hablo de vagancia, para su caso; tomando en cuenta que, por una
parte, termina de sofocar la onda expansiva, que dejó el incendio de la
refinería de Cardón en el Complejo Refinador Paraguaná ahora a nivel de la
opinión pública (es decir, que no pasó nada allí; que lo que hubo fue un conato
de incendio, producto de un ataque de un agente interno de Duque en la
refinería de El Palito); mientras que en El Guri se registró otro ataque; lo
que explica la irregularidad en la prestación del servicio de electricidad, que
se ha tenido últimamente. ¿Mejor que Chávez, a quien consideraban sus acólitos
el comunicador social, por excelencia de Venezuela?
Pero lo más trágico, que traslucen las palabras de Maduro, es que al repartir culpas, y no admitir su ineptitud, en el fondo, lo que está haciendo ver, es que este tipo de accidente en las instalaciones de nuestra industria petrolera van a continuar; porque sabe que el personal, que tiene la experticia, para prevenirlo; por un lado, fue despedido por Chávez o, a larga, se fue por su cuenta, y, por el otro, el que sustituyó a éste, y que entró a Pdvsa, no por meritocracia, sino por clientelismo político, no ofrece garantías de ningún tipo, en ese sentido; por lo que Maduro se conforma con repetir aquella famosa frase de Lenin; apropiada a los procesos revolucionarios: en el camino se enderezan las cargas.
Enrique Meléndez: Periodista, Escritor y Reportero, venezolano, Licenciado en Comunicación Social y Filosofía, en la Universidad Central de Venezuela; con estudios de post-grado en el Instituto de Altos Estudios de la América Latina de la Universidad de La Sorbona, París III, de Francia, Columnista del Semanario La Razón, en Venezuela, y autor de un diario político-filosófico, titulado: “Diario de la Quinta República: cronología de la destrucción de Venezuela”, cuyo primer volumen está publicado en la biblioteca virtual de Amazon.
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